La Hada de la Agricultura

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La Hada de la Agricultura
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La Hada de la Agricultura. Érase una vez en un próspero valle rodeado de montañas, donde el sol brillaba cálido y la lluvia caía amablemente sobre la tierra, los campos se extendían verdes y fertiles, y los árboles frutales estaban cargados con las mejores frutas del terreno. Los pobladores trabajaban incansablemente en sus cultivos, convencidos de que su éxito se debía a la buena fortuna.

Sin embargo, la verdad es que detrás de este florecimiento de la vida había un ser mágico que mantenía todo el equilibrio en el valle, y ese era La Hada de la Agricultura. Ella vigilaba cada plántula, controlaba la cantidad de lluvia y aseguraba que los campos recibieran el sol necesario y suficiente para su crecimiento. Era gracias a su trabajo que las cosechas eran abundantes y que los pobladores nunca pasaban hambre.

Pero a pesar de su importancia, La Hada de la Agricultura pasaba desapercibida para todos, excepto para una niña llamada Ana que vivía en una cabaña en los bosques cercanos. Ana era una niña ruda y curiosa, y había notado que había algo especial en el valle que hacía que todo pareciera perfecto. Una noche, después de explorar el bosque, se topó con La Hada de la Agricultura en el campo de trigo.

– Hola, La Hada de la Agricultura – saludó Ana tímidamente.

– Hola – contestó el hada con calma – ¿Cómo has llegado hasta aquí?

– He venido a averiguar qué haces en el valle – explicó Ana.

– Soy La Hada de la Agricultura – contestó ella con una sonrisa – soy responsable de mantener el equilibrio en el valle. Sin mí, las cosechas no crecerían y la vida estaría en peligro.

– ¿Y por qué nadie sabe de ti? – preguntó la niña.

– La mayoría de la gente no cree en la magia -respondió el hada dando un suspiro triste- Pero tú, Ana, has demostrado que eres diferente.

– ¡Oh! – exclamó Ana con emoción – ¡Gracias por tus palabras! ¿Puedo ayudarte con algo?

– Me gustaría que me ayudes a advertir a la gente sobre la importancia de cuidar el valle y el equilibrio de la naturaleza. La desecación de los ríos por la contaminación y la tala de los bosques pueden destruir el ecosistema del valle y todo el trabajo que he hecho para conservarlo.

Ana estuvo de acuerdo en ayudar al hada, pues entender el valor de la naturaleza y la importancia de cuidarla era algo que su abuela siempre le había enseñado. Juntas, se embarcaron en la tarea de difundir el conocimiento sobre la magia del valle y su importancia. En tiempo récord, la población del valle reconoció la importancia de cuidar y atender lo que tenían, y prometieron hacer todo lo posible por trabajar en armonía con la naturaleza.

La Hada de la Agricultura y Ana continuaron su amistad y trabajo juntos. La gente del valle vivía en armonía con la naturaleza y las cosechas seguían prosperando. Ana se convirtió en la embajadora de la naturaleza en el valle, y cada vez que algo amenazaba el equilibrio, acudía a la Hada para pedir ayuda.

Un día, mientras caminaban por los campos de fresas, Ana se dio cuenta de que una plaga de gusanos había destruido todas las plantas. Había tanto daño que parecía imposible recuperarlo.

– Oh, no – exclamó la niña – ¿Cómo podemos remediar esto?

– No te preocupes – replicó La Hada de la Agricultura mientras sacaba una poción secreta – He venido preparada para esto, pero necesito tu ayuda.

Las dos trabajaron juntas para regar las plantas con la poción, y se quedaron sentadas en el campo de fresas esperando a que las plantas respondieran al tratamiento. Al cabo de unas horas, las hojas comenzaron a brillar y los frutos volvían a surgir. Ana se regocijó de ver la increíble recuperación del cultivo.

– ¡Gracias por tu ayuda, La Hada! – dijo Ana – ¡Eres mi amiga más querida!

– Eres una niña verdaderamente amable – respondió La Hada – Es por eso que te he elegido para ser mi amiga.

– ¡No puedo esperar a ver lo que haremos a continuación! – exclamó Ana, emocionada.

Así, Ana y La Hada de la Agricultura continuaron trabajando juntos para cuidar y mantener el equilibrio del valle. Los pobladores del valle agradecían todos los días por la prosperidad que les rodeaba, y Ana se convirtió en un modelo a seguir para las generaciones futuras.

Desde entonces, La Hada de la Agricultura tuvo muchas amigas más como Ana, y cada vez que el equilibrio se sentía amenazado, había alguien dispuesto a ayudarla. Y así, la gente comenzó a entender la importancia de cuidar el ecosistema y la naturaleza, manteniendo el equilibrio en el valle quieto y próspero para siempre.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La Hada de la Agricultura
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