La Hada de la Luna. Érase una vez en un reino mágico, donde el cielo estaba siempre cubierto por estrellas brillantes y una hermosa luna llena que iluminaba cada rincón del bosque. En este reino, habitaba una hada encargada de cuidar del cielo nocturno, proporcionar luz y proteger a todas las criaturas que vivían en el bosque.
La Hada de la Luna, como se le conocía, tenía la tarea de crear la luna cada noche y encender las estrellas para guiar a los viajeros nocturnos. Era un trabajo arduo, pero la hada lo hacía con amor y dedicación cada noche.
Una noche, mientras estaba ocupada creando la luna, la Hada de la Luna escuchó un suave sonido a su lado. Era un pequeño ratón que buscaba refugio bajo un árbol cercano, asustado por los aullidos de los lobos en el bosque. La Hada de la Luna, conmovida por la ropa desgarrada del ratón y su mirada triste, lo tomó bajo su protección.
La hada decidió tejer un manto de estrellas para el pequeño ratón, para que pudiera protegerse de los peligros del bosque y no volver a sentirse solo y desprotegido. Durante varias noches, trabajó en el manto, cosiendo estrella por estrella, cuidando cada detalle y añadiendo su toque mágico para darle vida.
Finalmente, la Hada de la Luna terminó el manto y lo puso sobre el ratón, quien se iluminó con la luz de las estrellas y comenzó a sentirse más seguro y feliz. La Hada de la Luna notó la emoción en los ojos del pequeño ratón y decidió que quería ayudar a más criaturas del bosque que necesitaban su ayuda.
Durante muchas noches, la Hada de la Luna continuó creando mantos de estrellas para los animales del bosque, rayos de luz para los insectos y flores mágicas que nunca marchitaban para los seres del bosque. Cada vez que entregaba uno de sus regalos, sentía una gran satisfacción y felicidad. Sabía que estaba haciendo una diferencia en la vida de las criaturas del bosque y eso era lo que más amaba hacer.
Un día, uno de los animales del bosque le contó al héroe del reino, un joven príncipe, sobre la ayuda que estaba ofreciendo la Hada de la Luna. El príncipe, conmovido por su tarea y sediento de conocerla, decidió encontrarla esa misma noche.
Caminando entre los árboles, el príncipe tropezó con una pequeña sombra iluminada. Al acercarse, vio a la Hada de la Luna cosiendo un nuevo manto de estrellas. Quedó fascinado por la belleza del manto y por la empatía y dedicación de la Hada de la Luna. Él sabía que podía aprender mucho de ella.
El príncipe pidió ayuda para encontrar mantos de estrellas para sus súbditos más necesitados mientras la Hada de la Luna compartía sus habilidades con él. Con su ayuda, el príncipe pudo obtener mantos de estrellas para los más necesitados del reino y la Hada de la Luna pudo utilizar su magia en su dimensión, en lugar de dejar su trabajo para realizar los mantos. Los dos fueron excelentes amigos y socios.
Con el tiempo, la Hada de la Luna se convirtió en la asesora del príncipe, ayudando a los ciudadanos y a los seres del bosque, así como también creando un vínculo especial entre todos ellos. Cada noche, la gente se alegraba de ver el trabajo impecable de la Hada de la Luna en el cielo, una obra de arte mágico.
Una noche, mientras caminaba por el bosque iluminando el camino para los viajeros nocturnos, la Hada de la Luna se encontró con un búho sabio, que le dijo: «Siempre que te lleves las estrellas contigo, nunca estarás sola y siempre tendrás amigos». La Hada de la Luna sonrió y comprendió que el compartir su magia y cariño era la mejor manera de conquistar corazones verdaderos, de tener verdaderos amigos.
Desde entonces, la Hada de la Luna continuó creando maravillas para todos los que la necesitaban. Todos estaban muy agradecidos con ella y con el príncipe, que ahora reinaba con el corazón lleno de amor y sabiduría. El reino estaba completamente iluminado por la luz de las estrellas y la amistad de la Hada de la Luna.
La Hada de la Luna sabía que no estaba sola en su trabajo y en su vida, tenía a sus amigos y también el amor y la gratitud de todos aquellos a los que ayudaba. Desde entonces, nunca dejó de crear maravillas y compartir su alegría y sabiduría en cada rincón del reino.
La empatía y la dedicación de la Hada de la Luna habían dejado una marca eterna en la vida de toda la gente del reino, y sobre todo en el del príncipe, al igual que la luz de las estrellas en el cielo nocturno.
De esta manera, la Hada de la Luna siempre será recordada por su trabajo y esfuerzo por hacer del reino un lugar mejor, y por convertirse en un ser humano tan hermoso, como su cabello plateado y brillante.