La Hada de la Protección. Érase una vez en un mundo mágico donde había criaturas de todo tipo, donde seres encantados vagaban por bosques y castillos monumentales.
En este mundo mágico, las hadas tenían un papel importante, cada una tenía la tarea de proteger a los seres más vulnerables. Un día, la Hada de la Protección, caminaba por el gran jardín central del palacio real cuando escuchó un ruido extraño que venía del otro lado del jardín. Al acercarse, vio a un pequeño duende llorando.
– ¿Qué sucede pequeño ser? – preguntó la Hada de la Protección.
– Mi amigo el sapo fue capturado y no sé qué hacer, necesito ayuda – explicó el duende entre sollozos.
La Hada de la Protección inmediatamente le pidió que la guiara hacia donde creía que podría estar escondido el sapo. Después de caminar un rato, encontraron un grupo de faunos los cuales habían capturado al sapo con la intención de llevárselo a su cueva como mascota.
La Hada de la Protección habló con los faunos y les explicó que cada ser encantado tiene su propio lugar en el mundo y que deberían dejar al sapo en libertad. Los faunos aceptaron y liberaron al sapo.
Agradecido de haber sido salvado, el sapo contó a la Hada de la Protección que los habitantes del bosque estaban en peligro. Una poderosa bruja había llegado y estaba convirtiendo a todos los animales en piedra. Así que la Hada de la Protección decidió actuar y ayudar a los seres del bosque.
Al llegar, encontró la cueva de la bruja y la observó desde lejos. En ese instante, se dio cuenta que era la misma bruja que había encantado a su padre, quien era el Rey de las Hadas. Con lágrimas en los ojos, decidió enfrentarse a la bruja y derrotarla para liberar a todos los habitantes del bosque.
La bruja seguía siendo poderosa y luchó con habilidad, pero el poder de la Hada de la Protección era inmenso y poco a poco logró debilitarla. Cuando finalmente la bruja reconoció que no podría vencer, lanzó una maldición hacia la Hada de la Protección gritando:
– Nunca encontrarás la paz, siempre estarás protegiendo al más necesitado.
Pero la Hada de la Protección no tenía miedo, sabía que su deber era proteger a los vulnerables y que siempre lo haría.
Con su tarea cumplida, regresó al palacio real para relajarse un poco después de lo sucedido. En ese momento, se encontró con la Sacerdotisa de las Nubes, quien se acercó a ella con un papel en la mano. La Hada de la Protección lo tomó y leyó con interés las líneas escritas en él.
– ¿Qué dice? – preguntó la Sacerdotisa de las Nubes.
– Dice que tengo una nueva tarea – explicó la Hada de la Protección, sonriendo.
– ¡Qué buenísimo! – dijo la Sacerdotisa de las Nubes – Siempre has sido la mejor en tu trabajo de proteger y ayudar a los más necesitados.
La Hada de la Protección sonrió una vez más y se dirigió hacia su nueva tarea con una fuerte determinación. Sabía que sería difícil, pero eso no la detendría en su labor de proteger y cuidar a todos los seres encantados del mundo mágico.
La tarea que la Sacerdotisa de las Nubes había encomendado a la Hada de la Protección era encontrar un espejo mágico que estaba escondido en el laberinto más grande de todo el mundo encantado. El espejo tenía el poder de mostrar a quien lo utilizara la verdad sobre sí mismo. Y la Sacerdotisa lo necesitaba para enseñar a una joven valiente sobre sus limitaciones y la importancia de aceptarse tal cual es.
La Hada de la Protección pensó en cómo encontrar una solución a esta búsqueda y decidió pedir ayuda a algunos amigos. El duende le enseñó como llegar al laberinto, el sapo le explicó las reglas del interior y los faunos le mostraron los detalles del jardín donde estaba escondido el espejo.
Después de un largo día de caminar y buscar, la Hada de la Protección finalmente encontró el espejo escondido detrás de una hoja gigante. Al tocarlo, pudo percibir el poder que tenía y decidió llevarlo a la Sacerdotisa de las Nubes.
Al entregarle el espejo, la Sacerdotisa agradeció a la Hada de la Protección y explicó cómo el uso del espejo había cambiado la vida de la joven valiente. Había comprendido que su valor radicaba en su propio ser y que no necesitaba demostrar nada a nadie.
La Hada de la Protección se sintió orgullosa de haber ayudado a alguien a descubrir su verdadero valor y decidió continuar en su labor de proteger y ayudar a todos aquellos que lo necesiten.
Así, esta pequeña aventura de la Hada de la Protección se convirtió en una gran tarea que tenía un impacto enorme en el mundo de los seres encantados. Desde ese día, la Hada de la Protección continuó su camino con fuerza y entusiasmo, lista para enfrentar cualquier desafío que se le presentara.