La Hada de la Salud. Érase una vez en un hermoso y pequeño pueblo rodeado de altas y frondosas montañas, vivía una Hada muy especial. Ella era conocida como La Hada de la Salud porque tenía un don especial para sanar a todos los enfermos con la varita mágica que llevaba siempre consigo.
No había nada que La Hada de la Salud no pudiera hacer, su magia era tan poderosa que, en un abrir y cerrar de ojos, los enfermos se curaban. Por esta razón, era muy querida por todos los habitantes del pueblo y todos ellos sabían que podían contar con ella para cualquier problema de salud.
Un día, llegó a las montañas un hombre muy enfermo y nadie sabía cómo curarlo. Los médicos no habían encontrado una cura y los remedios caseros tampoco habían funcionado. Entonces, el hombre decidió visitar a La Hada de la Salud, ya que había escuchado que ella tenía un poder especial para curar a cualquier enfermo.
El hombre caminó durante varios días y finalmente llegó al hermoso pueblo. Preguntó a todos los habitantes por La Hada de la Salud y todos ellos le contestaron con una sonrisa y señalaron el camino para llegar a su casa. El hombre, agradecido, llegó hasta la puerta de la cabaña de La Hada de la Salud y tocó a la puerta.
La Hada de la Salud abrió la puerta y después de ver al hombre enfermo, supo que necesitaba su ayuda. El hombre le contó sus síntomas y La Hada de la Salud, con su varita mágica, comenzó a curarlo. En tan solo unos minutos, el hombre se sintió mucho mejor y agradeció a La Hada de la Salud por su ayuda.
Después de este primer encuentro, el hombre comenzó a visitar a La Hada de la Salud con frecuencia. No solo por su enfermedad, sino también para charlar con ella. Hablaban de todo y pronto se convirtieron en amigos.
El tiempo pasó y el hombre, agradecido por todos los cuidados y atenciones de La Hada de la Salud, decidió hacerle un regalo muy especial. Él sabía que La Hada de la Salud amaba los jardines, por lo que decidió construir uno especialmente para ella.
El hombre regresó a su casa y, con la ayuda de su familia y amigos, construyó el jardín más bello que jamás había visto. El jardín estaba lleno de flores hermosas, cascadas y árboles frutales. También, construyó una pequeña casa de cristal en el centro del jardín, donde La Hada de la Salud podría encontrar paz y tranquilidad.
Cuando La Hada de la Salud estuvo lista, el hombre regresó al pueblo y le dio las llaves del jardín. Ella estaba tan emocionada y agradecida que no podía contener las lágrimas. Prometió al hombre que lo visitaría tan pronto como pudiera para disfrutar del hermoso jardín que le había construido.
La Hada de la Salud se dirigió rápidamente al jardín y encontró un letrero que decía «El jardín de La Hada de la Salud». El jardín era tan hermoso como ella había imaginado. La Hada de la Salud caminó por el jardín y se detuvo en la pequeña casa de cristal. Después de tomar un pequeño descanso, comenzó a explorar el resto del jardín.
Mientras caminaba, vio a un pequeño niño sentado en el suelo llorando. Cuando el niño vio a La Hada de la Salud, se acercó a ella y le preguntó si podía ayudarlo. El niño le contó que su madre estaba muy enferma y que los médicos no habían encontrado una cura para ella.
La Hada de la Salud le dijo al niño que no se preocupara y que ella ayudaría a su madre enseguida. La Hada de la Salud tomó su varita mágica y voló hacia la casa del niño. Allí encontró a la madre acostada en su cama y muy enferma. La Hada de la Salud utilizó su magia para curar a la madre y en solo unos minutos ella se sintió mucho mejor.
El niño estaba muy agradecido por lo que La Hada de la Salud había hecho por su madre. Él se dio cuenta de que La Hada de la Salud no solo era una experta en el cuidado de la salud, sino también una persona increíblemente amable y generosa.
Desde ese momento, La Hada de la Salud se dio cuenta de que no podía quedarse en su jardín todo el tiempo. Había muchos enfermos que necesitaban su ayuda y ella tenía la magia necesaria para curarlos. Ella decidió seguir ayudando a todas las personas que pudiera, acudiendo siempre que se necesitara su ayuda.
Con el tiempo, La Hada de la Salud se convirtió en la protectora del pueblo, siempre dispuesta a curar a cualquier enfermo y a ayudar a quienes necesitaban su apoyo. Y así, su varita mágica siempre estuvo lista para dejar su huella en aquellos que luchaban por recuperar la salud.