La Hada de los Bosques. Érase una vez una hermosa hada llamada Estrella que cuidaba de los bosques del reino. Desde niña, Estrella se había sentido atraída por la naturaleza, y había aprendido de su abuela el arte de la magia y la curación. Al crecer, decidió dedicarse por completo al cuidado de los árboles, los animales y los ríos del bosque.
Un día de primavera, mientras recogía algunas hojas y flores para hacer una poción curativa, Estrella escuchó un ruido extraño en el bosque. Se acercó con precaución, y vio un grupo de hombres armados que avanzaban con lentitud. Los hombres parecían estar buscando a alguien, y Estrella se dio cuenta de que se trataba del rey y sus soldados.
Alarmada por la presencia del rey en el bosque, Estrella se acercó a él para saber qué ocurría. El rey le explicó que un lobo había atacado a una de sus hijas, y que la princesa estaba gravemente herida. Estrella decidió ayudar al rey, y lo guió hasta su cabaña para preparar una poción para la princesa.
La poción fue un éxito, y la princesa mejoró rápidamente. El rey agradeció a Estrella por su ayuda, y se maravilló de su habilidad para curar a los enfermos. A partir de entonces, Estrella se convirtió en la sanadora oficial de la corte, y fue llamada en varias ocasiones para atender a la familia real.
A pesar de que Estrella se alegraba de poder ayudar a los demás con su magia, se sentía cada vez más alejada del bosque y de las criaturas que lo habitaban. La atención de la corte la consumía por completo, y apenas tenía tiempo para pasar tiempo al aire libre.
Un día, Estrella se despertó temprano y decidió dar un paseo por el bosque antes de su próxima consulta. Cuando llegó a la orilla del río, se encontró con una triste escena: un grupo de ranas aterrorizadas saltaba de un lado a otro, mientras un zorro intentaba atraparlas.
Estrella recordó su deber como protectora de la naturaleza, y se acercó al zorro con determinación. Le habló con una firmeza que no conocía, y le pidió que dejara en paz a las ranas. El zorro, sorprendido por la valentía del hada, bajó su cabeza y se alejó corriendo.
Desde entonces, Estrella empezó a prestar más atención a los problemas del bosque. Descubrió que los cazadores furtivos y los leñadores estaban causando daño a los árboles y a los animales. Decidió formar un grupo de defensores del bosque, y empezó a trabajar sin descanso para proteger su hogar.
La corte pronto se dio cuenta de que Estrella ya no estaba tan disponible como antes. La reina empezó a quejarse de que su dolor de espalda no mejoraba, y el rey llamó a Estrella para pedirle que curara al aldeano más importante del reino. Pero Estrella ya no tenía tiempo para atender a los caprichos de la corte.
Cada día, seguía explorando el bosque y encontrando nuevos aliados. Hablaba con las ardillas, los búhos y los ciervos, y aprendía de ellos los secretos de la naturaleza. Se enamoró de un árbol gigante que tenía raíces profundas y hojas suaves, y empezó a visitarlo todas las semanas para meditar bajo su sombra.
Pero un día, gracias a su gran habilidad de curación, llegó al bosque un nuevo visitante. Era el príncipe de un reino lejano, que había oído hablar de sus talentos y quería conocerla. El príncipe era guapo y educado, pero Estrella se dio cuenta enseguida de que no tenía la misma pasión por la naturaleza que ella.
A pesar de sus diferencias, el príncipe insistió en visitarla en la cabaña del bosque. Estrella aceptó a regañadientes, y lo recibió con una sonrisa. Pero durante su conversación, el príncipe empezó a decir algunas cosas que no le gustaron.
Se burló de los pájaros que cantaban fuera, y se quejó del olor a tierra mojada que había dentro de la cabaña. Estrella se dio cuenta de que, aunque el príncipe era educado, no tenía el mismo respeto por la naturaleza que ella.
Cuando el príncipe se despidió, Estrella se sintió aliviada de que se hubiera ido. Pero a medida que pasaron las horas, empezó a sentirse confundida. ¿Debería haber sido más amable con el príncipe? ¿Debería preocuparse más por la opinión de los demás?
Finalmente, decidió que no. Que ella era quien era, y que su amor por la naturaleza era su razón de ser en el mundo. Y que, aunque el príncipe no lo pudiera entender, había encontrado la felicidad en su cabaña del bosque, rodeada de árboles, pájaros y criaturas mágicas.
Desde entonces, Estrella siguió cuidando de los bosques con todo su amor y dedicación. Y aunque en ocasiones volvía a la corte para ayudar a los demás con su magia curativa, siempre se recordaba a sí misma que su verdadera hogar estaba en medio del bosque, bajo el suave abrazo del árbol gigante que tanto amaba.