La Hada de los Deseos

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La Hada de los Deseos
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La Hada de los Deseos. Érase una vez una pequeña hada llamada Aurora que vivía en un bosque encantado. La Hada de los Deseos era conocida por su habilidad para conceder los deseos de las personas. Aurora era una hada pequeña, pero tenía un gran corazón y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Un día, un niño llamado Tomás se encontró perdido en el bosque y se acercó a Aurora para pedirle ayuda.

«¿Puedes ayudarme a encontrar mi camino a casa?» Preguntó el niño con lágrimas en los ojos. Aurora sonrió con ternura y prometió ayudar al niño a volver a casa.

«Por supuesto, querido. Pero antes, dime si tienes algún deseo que quieras que se te conceda.» Dijo Aurora.

El niño pensó por un momento y luego dijo: «Me gustaría tener una mascota para que me acompañe en mis aventuras.»

Aurora le sonrió y dijo: «Concedo tu deseo. Pero debes saber que las mascotas son una gran responsabilidad y requieren mucho cuidado y atención.»

El niño asintió con la cabeza y de repente, un pequeño perro apareció a su lado. El niño se emocionó mucho y abrazó al cachorro con fuerza antes de salir corriendo a casa.

Después de que el niño se hubo ido, Aurora se quedó sola en el bosque, pensando en lo felices que podían hacer los deseos de las personas. Pero también sabía que no todos los deseos eran buenos y que algunos podían causar más dolor que felicidad. Por eso tenía que tener mucho cuidado y elegir con sabiduría a qué deseos conceder.

Un día, llegó un hombre anciano al bosque en busca del Hada de los Deseos. El hombre tenía un aspecto triste y desesperado, y le dijo a Aurora que su única hija estaba enferma y que no había cura para su enfermedad.

«Por favor, Hada de los Deseos, si hay alguna manera de sanar a mi hija, lo daría todo.» Suplicó el hombre. Aurora se compadeció del hombre y prometió hacer todo lo posible para ayudarle.

«Concedo tu deseo, pero debes saber que la magia tiene un precio. ¿Estás dispuesto a pagar el precio del deseo?» Preguntó Aurora.

El hombre asintió con la cabeza, y Aurora puso su mano en su hombro para darle fuerzas. Un brillo de luz dorada envolvió al hombre y la voz del hada resonó en su mente. «Mantener tu promesa es el precio del deseo. Si no la cumplas, el precio será alto y doloroso.»

El hombre prometió hacer cualquier cosa para curar a su hija, y de repente, sintió cómo la luz lo envolvía completamente. Aurora desapareció y el hombre se encontró solo en el bosque. Desesperado por encontrar la cura para su hija, decidió buscar el ingrediente necesario para la cura, una flor rara que crecía en la montaña más alta.

Durante días, el hombre escaló la montaña, enfrentándose a peligros y dificultades. Pero finalmente llegó a la cima y encontró la flor que necesitaba. Sin embargo, al regresar al pueblo, encontró a su hija muerta en su cama. Con el corazón roto por su dolor, se dio cuenta de que había pagado un precio muy alto por un deseo que no le devolverá a su hija.

Aurora había concedido muchos deseos a lo largo de los años, pero había aprendido que los deseos debían ser otorgados con sabiduría y responsabilidad. Los deseos, como la magia, eran poderosos y podían resultar tanto en la mayor felicidad como en el dolor más profundo.

Por eso, cuando un hombre joven llegó al bosque en busca de la Hada de los Deseos, Aurora tomó su tiempo para hablar con él y entender su deseo. El hombre explicó que quería riqueza y poder, y se ofreció a pagar cualquier precio que Aurora pidiera.

Aurora suspiró, sabiendo que este tipo de deseos nunca terminaban bien. Pero antes de conceder cualquier deseo, siempre hacía algunas preguntas para asegurarse de que el deseo era justo y no causaría daño a nadie.

«¿Por qué buscas riqueza y poder?» Preguntó Aurora.

«Solo quiero una vida mejor para mí y para mi familia. Pero no tengo nada para ofrecer a cambio, aparte de mi deseo.» Respondió el hombre.

Aurora pensó por un momento y luego dijo: «Concedo tu deseo, pero debes saber que la riqueza y el poder pueden ser una carga pesada. Y que cualquier cosa que ganes a través de la magia también puede ser perdida.»

El hombre asintió con la cabeza y de repente, una luz dorada envolvió al hombre. Se sintió poderoso y fuerte, y no podía esperar para regresar a casa y compartir su riqueza y poder con su familia.

Sin embargo, cuando llegó a casa, descubrió que su esposa se había ido con otro hombre, llevándose a sus hijos con ella. Y aunque tenía riqueza y poder, se sintió solo y vacío.

Viendo el dolor del hombre, Aurora se acercó a él y le dijo: «Los deseos que se conceden a través de la magia nunca son suficientes para llenar el vacío que hay en nuestro corazón. Solo el amor, la gratitud y la humildad pueden hacer eso.»

Con el tiempo, el hombre se dio cuenta de que Aurora tenía razón y que el amor era lo más importante en la vida. Aprendió a amar y agradecer lo que tenía y decidió que nunca volvería a pedir deseos mágicos.

Aurora sonrió con satisfacción, sabiendo que su lección había sido bien aprendida. Y se fue a dormir, sintiendo que su trabajo como Hada de los Deseos había sido bien hecho.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La Hada de los Deseos
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