La Hada de los Sueños. Érase una vez una pequeña hada llamada Sofía. Ella era la encargada de los sueños de los niños del mundo entero. Todas las noches, se colaba en sus habitaciones para traerles los sueños más maravillosos.
Sofía era una hada muy trabajadora y comprometida con su trabajo. Pero un día, mientras volaba por el cielo nocturno, se topo con un pequeño problema. Había una nube muy oscura que tapaba la luz de la Luna. Sin ella, Sofía no podría llevar los sueños a los niños.
La hada de los sueños sabía que debía hacer algo al respecto, así que decidió buscar ayuda. Se dirigió al bosque mágico donde vivían los animales más sabios del mundo habitado por los seres mágicos y después de andar un rato encontró a la señora búho.
– ¡Señora búho! – exclamó Sofía con alegría – Necesito su ayuda. La Luna no brilla como siempre y no puedo trabajar sin ella.¿Sabe cómo arreglar esto?
La señora búho, con sus grandes ojos, miró a la hada y le dijo:
– Ah, mi querida Sofía. Sí, sé lo que está sucediendo. Hay un troll que vive en las montañas cercanas que ha escondido la Luna de nosotros. Pero no te preocupes, conozco a alguien que podrá ayudarte. Ve al pantano y busca a la rana saltarina. Ella te dirá qué hacer.
Sofía agradeció a la señora búho y corrió en busca de la rana saltarina. Cuando llegó al pantano, encontró a la rana saltando de hoja en hoja.
– ¡Rana saltarina! – gritó Sofía, ya un poco cansada de tanto correr – Necesito tu ayuda. La Luna ha sido escondida por un troll y no sé cómo traerla de vuelta. ¿Puedes ayudarme?
La rana saltarina, escuchando esto, le dijo:
– Claro que sí, Sofía. Pero primero, necesito que consigas la flor de luna. Es la única forma de traer la luz de vuelta a la Luna.
Sofía agradeció a la rana saltarina y partió en busca de la flor de luna. Sabía que no sería fácil encontrarla, pero estaba decidida a conseguirlo.
Entre los árboles del bosque mágico, Sofía trepó y saltó, buscando una flor diferente que brillara con la luz de la Luna. Pero cada vez que creía encontrarla, se daba cuenta de que no era la flor que necesitaba. Ya estaba perdiendo la esperanza cuando decidió buscar en una cueva misteriosa.
Caminando por la cueva, sofía se dio cuenta de que había una luz brillante en la oscuridad. Cuando se acercó, descubrió que era la flor que estaba buscando.
Sofía tomó la flor con cuidado y regresó al pantano. Allí entregó la flor de luna a la rana saltarina y ella le enseñó a cómo hacer un elixir mágico.
Sofía se apresuró hacia las montañas donde el troll había escondido la Luna. Allí, a través de sus habilidades y hechizos, consiguió crear el elixir mágico. Lo rocío sobre la nube oscura que cubría la Luz de la Luna.
Cuando Sofía roció el elixir en la nube, el cielo se iluminó y la Luna brilló de nuevo en todo su esplendor. Sofía estaba muy feliz y agradecida con la rana y la señora búho por su ayuda.
Ahora que la Luna brillaba de nuevo, Sofía pudo repartir los sueños a todos los niños del mundo sin problemas. Siempre recordará que, aunque la luz de la Luna se desvanezca, nunca debe perder la esperanza. Siempre habrá alguien que pueda ayudarte.