La Hada del Arcoiris. Érase una vez en el reino de Fantasía vivía una hermosa hada llamada Iris. Ella era la encargada de controlar el arcoíris que aparecía en el cielo después de cada tormenta en el reino. Cada vez que una tormenta se acercaba, Iris salía volando con su varita mágica para crear el arcoíris que llenaba de esperanza y alegría a todas las criaturas del reino.
Un día, mientras Iris estaba en su tarea diaria de crear el arcoíris, un fuerte viento soplo a través del reino. Ella trató de mantener el control, pero el viento se volvió más fuerte y la hizo caer hacia el suelo. Cuando cayó, su varita mágica salió volando de sus manos y se perdió en el bosque, entre los árboles.
Iris estaba desesperada, sin su varita mágica no había forma de controlar el arcoíris. Intentó buscarla en el bosque, pero el viento la había desplazado lejos de ella y no la encontró. Iris estaba muy triste, el arcoíris que llenaba de esperanza y alegría el reino ya no volvía a aparecer después de cada tormenta y las criaturas del reino empezaban a estar desanimadas y tristes.
La sorpresa llegó cuando una noche, mientras Iris estaba llorando, un pequeño hada de la oscuridad llamada Luna se acercó a ella para ayudarla a encontrar su varita. Desde que Luna supo que la varita mágica de Iris estaba perdida, había estado buscando pistas para encontrarla. Juntas se adentraron en el bosque.
Después de muchas horas de búsqueda, Luna encontró la varita mágica en una cueva a la que le había llevado su curiosidad. Pero al intentar entrar, se topó con una puerta y un enigma que no pudo resolver. En ese momento, Iris se dio cuenta de que no sabía nada de sus compañeras hadas, y menos de Luna.
– Creo que podré ayudarte -dijo Iris-. Muchas veces he estado en este bosque y conozco todos sus secretos. Juntas resolvamos el enigma y encontremos la varita.
Tan concentradas estuvieron ambas hadas en el enigma que no se dieron cuenta de que a su alrededor todo empezaba a cambiar. El viento soplaba impetuosamente, las hojas de los árboles volaban y los animales del bosque corrían asustados.
– ¡Vamos, Iris! Tenemos que encontrar la varita y salir de aquí lo antes posible.- gritaba Luna.
– Espera Luna -respondió Iris-, este bosque está lleno de secretos y magia, tenemos que saber respetar ese poder para no perder las fuerzas.
– ¿Cómo saldremos de aquí entonces?-Repreguntó Luna.
– Hay solo un camino.- dijo Iris -debemos encontrar la esencia de cada ser del bosque. Debemos hablar con cada árbol, conocer su historia y dejar una ofrenda de amor por sus años de vida en este mundo. Después, juntas hacemos una danza mágica que nos llevará hacia nuestra salida.
Las hadas hicieron un recorrido por todo el bosque, hablando con cada árbol, dejando ofrendas y aprendiendo de la historia de cada uno. Por último, comenzaron a bailar. Bailaron moviendo las alas, cantando y sintiendo la magia del bosque. Se les unieron varios animales y pájaros que también se sumaron a la danza.
La danza terminó cuando un rayo de luz se abrió paso entre los árboles. Era el arcoíris que aparecía nuevamente en el cielo. Las hadas sabían que habían encontrado la varita y habían creado nuevamente la magia del reino.
De pronto, la varita mágica, que estaba arriba de una rama alta, se resbalo y comenzó a caer. Sin embargo, en la caída se duplicó en dos varitas mágicas que cayeron en las manos de Luna e Iris. Así, las dos hadas trabajaron juntas para crear el arcoíris más grande y hermoso de todo el reino.
Las hadas se alejaron del bosque en la tarde, cuando el sol ya había comenzado a cansarse de brillar. Contentas, hablaban de lo mucho que el bosque y el arcoíris habían cambiado sus vidas. Iris, más segura de conocer ahora el corazón de su compañera Luna, había aprendido a respetar la oscuridad y Luna a valorar la luz.
Desde ese día, el arcoíris volvió a aparecer en el cielo después de cada tormenta, llenando de esperanza y alegría a todas las criaturas del reino. Y la amistad entre Iris y Luna se volvió más fuerte, gracias a la magia del bosque y del arcoíris.