La Hada del Otoño

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La Hada del Otoño
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La Hada del Otoño. Érase una vez, en un bosque lejano, existía una asombrosa criatura conocida como La Hada del Otoño. Sus alas brillantes, del color del oro y cobre, eran su sello distintivo. Ella era la única que podía pintar las hojas de los árboles, en tonos naranjas, rojizos y marrones, con la misma habilidad con la que un pintor utiliza sus pinceles para crear arte. Era una verdadera artista, un hada cuyos hechizos transformaban el paisaje por completo.

Cada año, La Hada del Otoño llegaba en la primera noche de otoño, para bendecir el bosque con su toque mágico. Los árboles reverenciaban su presencia y los animales, tanto nocturnos como diurnos, se sentían agradecidos con ella, ya que su trabajo creaba un ambiente cálido y acogedor antes de la llegada del invierno, cuando todo se sumergía en una quietud profunda.

Cierta vez, un joven llamado Tomás decidió adentrarse en el bosque, con la intención de recoger bayas para su madre enferma. Tomás caminó durante horas, buscando entre los árboles y arbustos. De repente, oyó un canto melodioso que lo hizo detenerse. Parecía una voz de una anciana que cantaba una canción triste, como si su corazón se hubiera roto. Tomás, confundido, se dió cuenta de que no había nadie a su alrededor.

De repente, vio que las hojas de los árboles comenzaron a caer lentamente, bailando en el aire como si tuvieran vida propia. Los tonos rojizos y anaranjados eran vibrantes y los amarillos los más suaves. Era algo sorprendente, algo que nunca antes había presenciado. Tomás se imaginó que todo era un sueño. Sin embargo, todo sucedía ante sus ojos.

Mientras las hojas caían en remolinos alrededor de Tomás, apareció La Hada del Otoño. Con su sonrisa y su mirada llena de luz, saludó al joven y le preguntó sobre lo que buscaba en el bosque. Tomás, aún sorprendido por todo lo que estaba sucediendo, le explicó sobre su madre enferma y la necesidad de encontrar bayas para sanarla.

La Hada del Otoño, al oír la historia de Tomás, le prometió ayudarlo en su búsqueda. La mágica criatura llamó a un pequeño pájaro colorido que flotaba en el aire, de entre las copas de los árboles. El pájaro cantó una canción y enseguida una arbusto con bayas de color rojo intenso, apareció ante Tomás. ¡Era casi como un milagro!

Agradecido, Tomás le dijo a la hada que nunca había visto algo tan maravilloso como las hojas caídas en el bosque, y le preguntó cómo ella podía pintar los árboles de esa manera tan increíble. La Hada del Otoño, amablemente explicó a Tomás que la llegada del otoño podía ser algo triste y sombrío, por lo que ella trabajaba para dar vida a las hojas y a cada cosa que encontrara en el bosque. Además, agregó que el invierno era inevitable, y aunque es un momento frío y de letargo, también era necesario para el renacimiento de la vida, cuando la vida y la energía renacían.

Tomás asintió y la alabó por su habilidad para crear algo tan maravilloso. Al llegar la noche, La Hada del Otoño le prometió a Tomás que la visitaría en su casa y curaría a su madre enferma. El joven, confiando en lo que le había sido prometido, no pudo estar más agradecido a La Hada del Otoño, y regresó felizmente a su hogar.

Como lo prometido, La Hada del Otoño visitó la casa de Tomás y curó a su madre enferma con sus mágicos poderes. La madre, nunca creyó en la magia hasta que vió el resultado del trabajo del hada.

Cada otoño, Tomás regresaba al bosque para agradecer la amabilidad de La Hada del Otoño y para ver el mágico espectáculo de hojas cayendo. La Hada del Otoño le enseñó muchas cosas, como la importancia de agradecer a la naturaleza por todo lo que nos da, la belleza de cada estación, y cómo la vida siempre renace. Tomás también aprendió la lección de que hay cosas en la vida que parecen imposibles, pero que si creemos lo suficiente, pueden suceder.

La Hada del Otoño siguió iluminando el bosque con su magia y su arte, hasta el final de los tiempos. Y aunque la gente de los alrededores hablaba de ella como una leyenda, Tomás sabía que ella era más real de lo que la mayoría imagina.

Así, algunos dicen que en el bosque, en la primera noche de otoño, se puede ver a La Hada del Otoño pintando las hojas de los árboles con su varita mágica, haciéndolas danzar en el aire y compartiendo su sabiduría con aquellos que tienen una mente abierta y un corazón dispuesto a aprender.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La Hada del Otoño
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