La historia del caballo y el río de estrellas. Había una vez un caballo negro majestuoso que galopaba a través de la llanura. Era un ser increíblemente bello y fuerte. Su jinete era un anciano, que a pesar de su edad era un maestro en la equitación.
El caballo y su jinete a menudo viajaban juntos a través del vasto campo, cruzando ríos y montañas. En una de sus travesías, el caballo y su jinete llegaron a un río oscuro y profundo. El agua era tan opaca que no se podía ver el fondo.
El anciano decidió que debían cruzar el río para llegar a su destino. Sin embargo, el caballo estaba asustado y se negó a acercarse al agua. El jinete intentó varias veces convencer al caballo de que cruzara el río, pero el caballo estaba demasiado asustado.
Mientras tanto, un grupo de estrellas brillantes comenzó a profanar el cielo. Parecían estar guiando al jinete y su caballo hacia la otra orilla del río. El anciano notó esto y decidió seguir la guía de las estrellas.
El caballo todavía estaba temeroso, pero poco a poco comenzó a caminar hacia el río. El anciano se mantuvo calmado, seguro de que las estrellas estaban guiando su camino. Finalmente, el caballo y el jinete llegaron a la orilla del río.
Mientras miraban hacia el río, notaron que el agua era tan oscura como la noche, pero las estrellas se reflejaban en la superficie del agua, creando una imagen de un río lleno de estrellas brillantes.
El jinete notó algo. Una de las estrellas parecía ser más brillante y grande que las demás. Era una estrella solitaria que se reflejaba en el agua del río. El anciano le dijo al caballo que había encontrado la estrella más grande y brillante del cielo.
El caballo comenzó a caminar hacia la estrella, moviéndose a través del agua como si no sintiera el fondo oscuro debajo de sus pies. El anciano se dio cuenta de que, gracias a las brillantes estrellas que lo guiaban, el caballo había encontrado la fuerza para cruzar el río temido.
Finalmente, el caballo y su jinete llegaron a la orilla opuesta del río. Miraron hacia el cielo y vieron cómo las estrellas brillaban en la noche. El anciano le dijo al caballo que las estrellas, como él, eran fuertes y valientes y que siempre estarían allí para guiarlo en su camino.
Desde ese día, el caballo ya no tenía miedo de cruzar ríos oscuros y profundos. Sabía que siempre tendría la guía de las estrellas para darle fuerza y valor. Al viajar a través de la llanura con su jinete, el caballo galopaba con más confianza y fuerza que nunca antes.
Y así, el caballo y su jinete aprendieron que la belleza y la fuerza pueden ser encontradas en lugares inesperados. A medida que viajaban por la llanura, siempre pudieron mirar hacia el cielo oscuro y encontrar la guía de las brillantes estrellas que brillaban y los guiaban hacia su destino.