La isla de los caballos de sombra. Había una vez una isla mágica y misteriosa, conocida como la Isla de los Caballos de Sombra. Según la leyenda, en esta isla había caballos negros cuyas sombras eran tan grandes como ellos mismos.
Un día, un joven aventurero llamado Tom decidió emprender un viaje a esta isla. Había oído hablar de ella desde hace mucho tiempo y estaba decidido a explorarla. Tom era un joven valiente y fuerte, y estaba seguro de que no tendría problemas para encontrar los caballos de sombra.
Tom navegó durante días hasta que finalmente avistó la Isla de los Caballos de Sombra. Tan pronto como desembarcó en la isla, se dio cuenta de que era un lugar mágico. Todo estaba envuelto en una atmósfera de misterio y encanto.
Tom caminó por la isla hasta que llegó a un hermoso prado verde, donde los caballos de sombra pastaban en libertad. Eran majestuosos, con una fuerza y elegancia impresionantes. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Tom fue que sus sombras eran increíblemente grandes y profundas.
Tom se acercó a uno de los caballos de sombra y lo tocó suavemente. El caballo se alarmó y retrocedió, pero rápidamente se dio cuenta de que Tom no tenía ninguna intención de hacerle daño. Después de unos segundos de incertidumbre, el caballo volvió a su estado de tranquilidad.
Tom decidió que quería montar uno de los caballos de sombra, así que se acercó a uno de los más grandes y subió a su lomo. Fue una experiencia inolvidable. El caballo de sombra era rápido y ágil, y su sombra se movía continuamente, creando un efecto espectacular.
Tom montó al caballo de sombra durante horas, explorando todos los rincones de la Isla de los Caballos de Sombra. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que la historia de la isla era mucho más intrigante de lo que había escuchado.
Según la leyenda, la Isla de los Caballos de Sombra había sido creada por un poderoso mago hace muchos años. El mago quería crear una isla donde los caballos pudieran vivir en libertad, pero también quería que fueran capaces de protegerse a sí mismos de los peligros exteriores.
Para lograrlo, el mago creó los caballos de sombra. Eran criaturas fuertes y leales, cuyas sombras eran enormes y poderosas. De esta manera, el mago había asegurado que los caballos de la Isla de los Caballos de Sombra estuvieran siempre protegidos.
Después de un día completo explorando la isla, Tom decidió regresar a su barco. Sabía que tendría que zarpar temprano en la mañana, y todavía tenía que asegurarse de que su tripulación estaba lista para partir.
Mientras caminaba hacia el puerto, vio un viejo hombre de pie al lado de su barco. Parecía estar esperando a alguien, y tenía una mirada enigmática en sus ojos. Tom se acercó a él y le preguntó si podía ayudarlo en algo.
El viejo hombre sonrió. “He venido a verte, Tom. He oído hablar de tu viaje a la Isla de los Caballos de Sombra, y debo decir que estoy impresionado”.
Tom se sorprendió. ¿Cómo podía este hombre saber de su viaje? ¿Y por qué estaba tan interesado en él?
El hombre se presentó como el mago que había creado la Isla de los Caballos de Sombra. Había estado observando a Tom durante todo el día, y estaba impresionado por su valentía y su amor por los caballos. Entonces, el mago le contó a Tom su historia, cómo había creado la isla y cómo había criado a los caballos de sombra.
Tom estaba asombrado. Había estado en la isla todo el día y no había visto rastro de este mago. ¿Cómo era posible que el mago hubiera estado allí todo el tiempo, observándolo? Pero, a pesar de todas sus preguntas, Tom sabía que esta era una oportunidad única en la vida para hablar con el creador de los caballos de sombra.
Después de hablar un rato más, el mago desapareció tan sorpresivamente como había llegado, dejando a Tom con más preguntas que respuestas.
A la mañana siguiente, Tom y su tripulación zarparon de la Isla de los Caballos de Sombra, llevando consigo la memoria de los caballos negros y sus sombras profundas. Pero sabía que esta experiencia no sería fácil de olvidar, y que siempre recordaría la magia de la Isla de los Caballos de Sombra.
Y así fue, durante muchos años Tom recordó la aventura en la isla de Los Caballos de Sombra, como algo mágico e irrepetible.