La Leona Intrépida. Érase una vez en la selva africana, vivía una leona muy valiente y decidida, a la que todos llamaban «La Leona Intrépida». Era la más sagaz e inteligente entre los animales de la selva, y todos la respetaban por su coraje y astucia.
La Leona Intrépida tenía un gran corazón y siempre estaba dispuesta a ayudar a su comunidad, y siempre se aseguraba de que todos los animales estuvieran contentos y seguros en la selva.
Un día, mientras paseaba por la selva, vio a sus amigos, los monos, aterrorizados. La leona preguntó qué había pasado, y los monos le explicaron que un malvado cazador había entrado en la selva y había empezado a matar animales indiscriminadamente, sin importarle si eran grandes o pequeños.
La Leona Intrépida, enfurecida, decidió averiguar más sobre el cazador. Así que se adentró en la selva en busca del cazador, sorteando trampas y trucos para atrapar a los animales.
Finalmente, llegó al lugar donde se encontraba el cazador, y pudo observar que, en efecto, estaba cazando sin cuidado. Lo observó un rato y vio que el cazador ni siquiera disfrutaba de lo que estaba haciendo, simplemente lo hacía por el dinero.
La Leona Intrépida decidió que era necesario actuar y detener al cazador. Tenía que hacer algo para salvar a los animales de la selva y proteger su hogar.
Entonces, se le ocurrió una idea brillante. La Leona Intrépida fue a ver a las jirafas, las elefantas, los rinocerontes, las cebras y a todos los animales de la selva, y les pidió que se unieran a ella para detener al cazador.
Juntos, construyeron una gran trampa en forma de foso con ramas y hojas para que el cazador cayera en ella. Cuando el cazador cayó en la trampa, todos los animales convergieron en torno a él.
La Leona Intrépida le habló al cazador y le explicó que su acción estaba dañando a la selva, el hogar de todos los animales. Que todo ser vivo contribuye a un ecosistema, que no sólo hay grandes depredadores sino plantas, insectos y animales pequeños que también cumplen su función.
El cazador, sorprendido y asustado, se dio cuenta de que había estado causando dolor e incomodidad a los habitantes de la selva. Le pidió perdón a los animales, prometió que no volvería a cazar, y prometió también que enseñaría a otros cazadores el peligro y la crueldad de sus acciones.
La Leona Intrépida y todos los animales de la selva se alegraron de que el cazador hubiera entendido la importancia de proteger a la naturaleza. Se lo agradecieron y le perdonaron.
Desde ese día, el cazador se unió a la lucha por la protección de la selva, y realizó campañas en todo el mundo para alertar a las personas sobre el cuidado del medio ambiente.
La Leona Intrépida se sintió muy orgullosa de su noble lucha y de haber salvado a la selva. Pero, sobretodo, se sintió feliz de haber hecho nuevos amigos y haber ayudado a aquel que alguna vez les había causado daño.
Y así, la selva continuó creciendo y prosperando, y la Leona Intrépida y sus amigos animales vivieron felices siempre, protegiéndola del mal y luchando por un futuro mejor.