La Leoncita Curiosa

Tiempo de lectura: 4 minutos

La Leoncita Curiosa
¿PREFIERES UN AUDIOCUENTO?

Si prefieres, puedes escuchar el cuento mientras haces otras tareas

La Leoncita Curiosa. Érase una vez una leoncita muy curiosa. Siempre estaba preguntando y queriendo saber más sobre el mundo que la rodeaba. Un día, mientras paseaba por la sabana, vio un grupo de jirafas comiendo hojas de un árbol muy alto.

-¿Cómo llegan a esa altura?- Preguntó la leoncita curiosa.

Las jirafas la miraron y respondieron:
-Nosotras tenemos el cuello largo para poder alcanzar las hojas más altas.

La leoncita se quedó pensando en eso y decidió que quería tener un cuello largo como las jirafas. Sin pensarlo dos veces, se dirigió al anciano león que vivía en la cueva más grande de la sabana.

-Maestro León, ¿podrías ayudarme a tener un cuello largo como las jirafas?- Preguntó la leoncita.

El anciano león la miró con ternura y le respondió:
-Lo siento pequeña leoncita, pero eso no es posible. Los animales estamos hechos cada uno de manera diferente y debemos valorar nuestras propias características.

La leoncita se sintió triste al escuchar eso. Pero, al mismo tiempo, decidió que seguiría siendo curiosa y trataría de aprender más sobre los animales de la sabana.

Un día, mientras caminaba por el río, vio a los cocodrilos descansando sobre las piedras. Uno de ellos abrió los ojos y la miró fijamente. La leoncita, como siempre, no pudo evitar hacer una pregunta.

-¿Por qué tienen la piel llena de escamas?

El cocodrilo respondió con voz grave y profunda:
-Nuestra piel tiene escamas para protegernos del sol y de cualquier daño que puedan causarnos otros animales.

La leoncita se asombró al ver que la piel de los cocodrilos estaba hecha para protegerlos. Desde ese momento, empezó a prestar más atención a las características físicas de los animales y a encontrarles un propósito.

Una tarde, mientras se encontraba con su madre, vio a una manada de antílopes corriendo por la sabana. La leoncita seguramente nunca había visto a nadie correr tan rápido y, de nuevo, no pudo evitar preguntar.

-¿Cómo correis tan rápido?

Los antílopes le respondieron:
-Tenemos patas largas y musculosas para poder correr rápido y escapar de los depredadores.

La leoncita se dio cuenta de que todos los animales estaban hechos de una manera específica para sobrevivir en su entorno. Se hizo más consciente de la importancia del respetar y valorar cada característica única de los animales.

Un día, mientras paseaba por la sabana, vio a una tortuga caminando lentamente por la tierra. La leoncita se acercó y dijo:
-¡Hola tortuga! ¿Por qué caminas tan lento?

La tortuga respondió sin apuro:
-Así es como camino. Soy lenta, pero soy constante.

La leoncita comprendió que cada animal servo para algo en este mundo, y que lo diferente que podían ser entre sí también era algo valioso y lo hacía único.

A partir de ese día, la leoncita decidió admirar la naturaleza tal como se presentaba ante ella y respetar cada aspecto de los animales que la rodeaban. Dejó de intentar ser un tipo de animal que no era, y comenzó a valorar sus propias características.

La leoncita curiosa aprendió mucho a lo largo de su corta vida. Descubrió la biodiversidad de la savana, y aprendió a admirar y valorar la naturaleza tal como era. Descubrió que todos los animales tienen características especiales que les ayudan a sobrevivir en su entorno.

La leoncita curiosa aprendió a valorar su apariencia y amarla, y se convirtió en una leona muy feliz y confiada. Siguió disfrutando de la vida en la sabana, y de las bendiciones que la naturaleza le ofrecía día a día.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La Leoncita Curiosa
¿Te ha gustado «La Leoncita Curiosa»?
¡Compártelo con tus amigos!
Facebook
Twitter
Pinterest
WhatsApp
Email
Imprimir