La Leoncita en el Castillo Embrujado

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La Leoncita en el Castillo Embrujado
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La Leoncita en el Castillo Embrujado. Érase una vez una leoncita llamada Leona que vivía en un hermoso bosque rodeada de árboles frondosos y llenos de vida. Un día, mientras exploraba el bosque, Leona se topó con un castillo embrujado en medio de la nada. La joven leona estaba muy asustada, pero su curiosidad la impulsó a explorar el castillo.

Cuando la leoncita entró al castillo, se encontró con una especie de sombra que se deslizaba entre las paredes. A medida que avanzaba la leoncita, aquella sombra iba desapareciendo hasta que llegó a un gran salón donde se encontró con un murciélago y una rata.

«¿Qué haces tú aquí, pequeña leona?», preguntó el murciélago.

«Estoy explorando, ¿y ustedes?», respondió Leona.

Nosotros somos los guardianes del castillo, le dijo el murciélago.

Leona sintió miedo, pero a la vez curiosidad por conocer más del castillo embrujado. El murciélago y la rata se dieron cuenta de que la pequeña leona no era peligrosa y decidieron ayudarla.

«Puedes quedarte aquí con nosotros, pero tendrás que seguir nuestras reglas», dijo la rata.

«¡Bien!», exclamó Leona emocionada.

Desde ese día, Leona se quedó a vivir en el castillo embrujado, donde aprendió mucho y se divirtió con todas las enseñanzas que le daban el murciélago y la rata. Ellos le enseñaron a cocinar, a escribir, a leer y también a jugar juegos divertidos.

A pesar de haberse adaptado a su nueva vida en el castillo, la pequeña leona no dejaba de sentir que se había alejado de su hogar. En su momento más triste, el murciélago le recordó que siempre podía llamar sus amigos y amigas animales para recordar su hogar y también para que ellos pudieran visitarla en el castillo embrujado.

Y así fue, Leona llamó a sus amigos animales y quedaron en visitarla a todos en el castillo. Cuando llegaron al refugio, estaban muy asustados de entrar, pero al ver que Leona estaba allí con el murciélago y la rata, se sintieron más seguros y confiados. Juntos, jugaban y se divertían en el castillo embrujado, exploraban los bosques y aprendían juntos.

La leoncita había encontrado otro hogar y sabía que siempre podría volver a su bosque natal o quedarse en el castillo embrujado. Ella había aprendido que el cambio no siempre es malo y que a veces puede llevar a nuevas y emocionantes experiencias.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La Leoncita en el Castillo Embrujado
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