La Leoncita Escritora. Érase una vez una leoncita llamada Sofía que quería ser escritora. Desde pequeña, siempre se había divertido inventando historias y contándoselas a sus amigos en la sabana africana. Pero su familia le decía que no podía ganarse la vida solo escribiendo cuentos.
Un día, mientras caminaba por la sabana, Sofía encontró un lápiz y un papel en el suelo. Sabía que era una señal de que no debía rendirse en su sueño de ser escritora. Entonces, tomó el lápiz y el papel y se sentó bajo un árbol para empezar su primera historia.
Así, comenzó a dibujar una leona muy valiente que viajaba por el mundo en busca de aventuras. Mientras Sofía dibujaba, se dio cuenta de que necesitaba más papel para continuar la historia. Por suerte, encontró un cuaderno vacío cerca del árbol. Emocionada, Sofía tomó el lápiz y continuó su historia.
Estaba tan concentrada en sus dibujos y escritura que no se dio cuenta de que había otros animales que se acercaban a ella. Cuando levantó la vista, vio a un elefante, un mono, una jirafa y un hipopótamo parados frente a ella.
“¡Hola!”, dijo el elefante con una sonrisa. “¿Qué estás haciendo?”
“Estoy escribiendo mi primera historia”, respondió Sofía tímidamente.
“¡Qué emocionante!”, dijo el mono. “¿Nos la puedes leer?”
Sofía, que nunca había leído en voz alta, se sintió nerviosa. Pero decidió que ya era hora de compartir su historia con otros.
“Por supuesto”, dijo Sofía con una sonrisa. Les leyó su historia, dibujando mientras contaba.
Cuando terminó, los animales se levantaron y comenzaron a aplaudir.
“¡Es maravilloso!” exclamó la jirafa.
“¡Eres una excelente escritora, Sofía!” dijo el hipopótamo.
Sofía no podía dejar de sonreír. Había logrado su sueño de ser escritora, y había encontrado amigos que apreciaban sus historias. A partir de ese día, todas las tardes se reunió con sus amigos para leerles sus nuevas historias y dibujos.
Un día, mientras caminaban por la sabana, Sofía y sus amigos se cruzaron con un grupo de animales que estaban en problemas. Había una cebra perdida y un león que se había lastimado una pata.
“¡Necesitamos ayuda!” gritó la cebra.
“Por supuesto que les ayudaremos”, dijo Sofía. La leoncita no perdió el tiempo y empezó a dibujar un plan para salvar a la cebra y curar al león.
Junto a sus amigos, siguieron el plan de Sofía y lograron salvar a la cebra y curar al león. Los animales quedaron muy agradecidos.
“Sofía”, dijo el león herido, “tú eres valiente y muy creativa. Eres una excelente escritora y también una gran líder”.
Sofía se sonrojó y agradeció las palabras del león. Pero sabía que lo había hecho junto a sus amigos. Y esa noche, en su cuaderno, escribió una nueva historia de amistad y coraje en la que incluyó a todos los animales de la sabana.
A partir de ese día, Sofía se convirtió en la escritora oficial de la sabana. Todos los animales le pedían que escribiera historias para ellos, y Sofía nunca decepcionaba.
Así, todos los días, la leoncita se sentaba bajo su árbol favorito, rodeada de sus amigos, dispuesta a escribir una nueva historia llena de aventuras, amistad y coraje. Y todos sabían que, gracias a ella, la sabana africana era un lugar más mágico y divertido.