La Leoncita y el Día de Acampada en la Montaña

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La Leoncita y el Día de Acampada en la Montaña
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La Leoncita y el Día de Acampada en la Montaña. Érase una vez, en una lejana pradera, vivía una leoncita muy curiosa llamada Lía. A ella le gustaba recorrer los caminos de la montaña y explorar todo lo que encontraba a su paso.

Un día, mientras Lía caminaba por la pradera, encontró un cartel que anunciaba un día de acampada en la montaña. La leoncita no dudó en apuntarse, pues le hacía mucha ilusión pasar un día en la montaña, lejos de la rutina de la pradera.

El día de la excursión, Lía se levantó muy temprano y preparó con ilusión todo lo que necesitaría para la acampada. Cargó su mochila con comida, agua, su saco de dormir, ropa de abrigo y una linterna. Estaba lista para la aventura.

Cuando llegaron a la montaña, Lía se maravilló con la vista. Todo era enorme: las rocas, los árboles, el cielo. Su corazón latía a mil por hora.

El guía los reunió y les explicó el plan de la excursión; harían una caminata hasta llegar a un prado, donde acamparían. Luego, disfrutarían de una cena al aire libre y contarían historias alrededor del fuego.

Lía estaba emocionada. Nunca había acampado antes, y le encantaba la idea de poder dormir bajo las estrellas.

Durante la caminata, Lía se dio cuenta de que, aunque era una buena caminante, no estaba acostumbrada a caminar en la montaña, y sus patas cansadas empezaron a darle problemas.

El guía se dio cuenta de su dificultad y le preguntó si quería que le ayudara a cargar su mochila. Lía, agradecida, aceptó.

Finalmente, llegaron al prado. Rodeado de montañas, era un lugar espectacular. Lía se puso a jugar con los otros animales mientras el grupo preparaba la cena.

Cuando la comida estuvo lista, todos comieron juntos. Lía disfrutó mucho de la cena y las risas con sus nuevos amigos.

Luego, el guía comenzó a contar cuentos alrededor del fuego. Lía se sentó cerca del fuego, junto a sus amigos, y escuchó atentamente el cuento del dragón de la montaña. La leoncita estaba fascinada.

Después de los cuentos, era hora de ir a dormir. Lía colocó su saco de dormir junto al fuego, porque aún estaba muy frío en la montaña en la noche.

Pero su sueño se vio interrumpido por un aterrador rugido. Todos los animales se despertaron y empezaron a correr aterrorizados. Era el dragón de la montaña, ¡y había venido a por ellos!

Lía, sin embargo, no se asustó, recordó el cuento que había escuchado antes y decidió enfrentarse al dragón. Corrió hacia él, con su linterna en la mano, y apuntó el haz de luz a los ojos del dragón.

El dragón, cegado por la luz, retrocedió y huyó a la montaña. Lía había salvado el día.

Al día siguiente, todos regresaron a la pradera. Las experiencias vividas en la montaña habían sido emocionantes y muy enriquecedoras.

Lía se sintió muy orgullosa y feliz. Había tenido una gran aventura, había hecho nuevos amigos y había demostrado que no tenía miedo cuando se trataba de enfrentarse a un dragón.

Desde aquel día, Lía se convirtió en la heroína de la pradera. Todos los animales la admiraban y le seguían en todas sus aventuras. Y la leoncita, más que nunca, estaba convencida de que la vida estaba llena de sorpresas y emociones, y que cada día podía ser una gran aventura.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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