La Leoncita y el Jardín en la Escuela. Érase una vez en la escuela del bosque, La Leoncita y el Jardín. La Leoncita era una niña muy especial, había nacido en el bosque y era muy valiente y traviesa. El Jardín era un lugar mágico, lleno de flores y plantas de todos los colores, en él se podía escuchar el canto de los pájaros y el sonido del agua que fluía por el arroyo.
La Leoncita siempre miraba con asombro al Jardín, se pasaba horas y horas en él, jugando y corriendo entre las flores. Pero un día, mientras jugaba, se dio cuenta de que el Jardín estaba triste. Faltaban florecillas y algunas plantas estaban marchitas, y es que los niños no estaban cuidando bien de ellas.
La Leoncita decidió que tenía que hacer algo, ella quería ayudar a hacer feliz al Jardín. Así que, con su coraje y su gran corazón, se propuso encontrar una solución. Pasó días y noches pensando en qué podía hacer para ayudar, pero nada le venía a la cabeza.
Entonces un día, mientras estaba sentada en el borde del arroyo, vio un libro flotando en el agua. Rápidamente lo recogió y lo abrió, era un libro de jardinería. La Leoncita se dio cuenta de que este libro podía ser la solución y lo leyó con mucho interés.
Aprendió muchas cosas nuevas sobre el cuidado de las plantas y las flores, como regarlas, abonarlas, podarlas y protegerlas de los insectos. Se dió cuenta de que lo más importante era hacerles sentir el amor que tenemos por ellos y dedicar el tiempo necesario para cuidarlos y mimarlos.
La Leoncita convocó a los niños y niñas de la escuela y les enseñó todo lo que había aprendido, les explicó lo importante que era cuidar y respetar el Jardín. Todos los niños prestaron atención y escucharon con mucho interés, y prometieron ayudar.
Juntos prepararon unas macetas y plantaron unas semillas que habían comprado. Les dedicaron el tiempo y el amor necesario para que crecieran fuertes y sanas, y en poco tiempo comenzaron a ver los resultados de su trabajo.
Los niños y niñas seguían trabajando día tras día, no dejando de hacer ningún esfuerzo por cuidar de las plantas y las flores en el Jardín. La Leoncita veía con orgullo la transformación que se estaba operando en el lugar. Ya no se veían plantas muertas, había muchas floraciones y todo parecía más feliz que nunca.
La Leoncita y los niños habían logrado hacer feliz al Jardín. La escuela estaba más bonita que nunca, los pájaros cantaban con más alegría, y el sonido del agua estaba más suave que nunca. Todo el bosque se puso a celebrar, agradeciendo tanto amor y dedicación.
Desde aquel día, en la escuela de La Leoncita y el Jardín, todos los niños y niñas se habían comprometido a cuidar el Jardín con todo su amor y dedicación. Dejaron de correr detrás de las mariposas y las abejas para cuidar de las flores, y las plantas respondieron floreciendo cada día más.
La Leoncita se dio cuenta de que con amor y dedicación se podía transformar cualquier lugar, que no hay nada más lindo que trabajar en equipo y compartir un bien común. Juntos habían logrado hacer feliz al Jardín y a toda la escuela, y La Leoncita sabía que había cumplido su misión.