La Leyenda del Dragón y el Sol. Hace mucho tiempo, en la antigua civilización mexicana, el mundo estaba en oscuridad perpetua, ya que el sol no había salido en muchos años. Los habitantes estaban preocupados y se preguntaban qué habían hecho para merecer tanta oscuridad y frío. Los cultivos no crecían, los animales estaban escasos y el frío era cada vez más intenso.
Los gobernantes del pueblo consultaron a los sabios y ancianos de la tribu para saber qué hacer. Después de muchas reuniones y discusiones, los sabios llegaron a la conclusión de que los dioses estaban enojados con el pueblo y que la única forma de apaciguarlos era ofreciendo un sacrificio humano en honor a ellos.
Los habitantes se horrorizaron al escuchar esto. Pero, al mismo tiempo, estaban tan desesperados que comenzaron a considerar el sacrificio como una opción viable. Sin embargo, hubo una anciana que se negó a aceptar la idea del sacrificio humano. Ella creía que había otra forma de apaciguar a los dioses y conseguir que el sol volviera a brillar.
La anciana decidió buscar ayuda en otro lugar, por lo que partió en un largo viaje a través de las montañas y el desierto. Finalmente, después de muchos días de viaje, llegó a un templo sagrado en la cima de una montaña. Este templo estaba dedicado al dios del sol.
La anciana se postró ante el altar y comenzó a pedirle al dios del sol que regresara al cielo. Pero, a pesar de sus súplicas, el sol no apareció. Decidida a no rendirse, la anciana se quedó en el templo durante varios días. En una noche, cuando ya estaba a punto de ceder ante el sueño, un rayo de luz divina iluminó el altar. La anciana percibió que esa luz era la respuesta del dios del sol a sus plegarias.
A la mañana siguiente, la anciana regresó a su pueblo. Anunció que había obtenido la respuesta del dios del sol y, por lo tanto, detuvo la propuesta de sacrificio humano que habían propuesto los sabios. Se reunió con los gobernantes y les informó sobre lo que había sucedido en el templo. En efecto, la anciana había escuchado la voz del dios y había recibido un mensaje directo.
El mensaje decía que los habitantes del pueblo habían olvidado quiénes eran y qué esperaban los dioses de ellos. Les recordó que siempre debían ser honestos, amables y humildes. Les recordó también que debían respetar la naturaleza que los rodeaba y siempre debían buscar el equilibrio entre el mundo espiritual y el material.
Finalmente, el dios del sol agregó que su regreso al cielo no dependía de sacrificios humanos, sino del comportamiento de los habitantes. Enseguida, la anciana convocó a toda la comunidad y, juntos, llevaron a cabo una ceremonia en la que se comprometieron a cambiar sus formas de vida y a volver a los tiempos pasados. Desde ese día, los habitantes hicieron cambios radicales en su modo de vida. Comenzaron a vivir de una manera más respetuosa, humilde y honesta.
Con el tiempo, los dioses se sintieron satisfechos con los cambios y la naturaleza volvió a florecer. El sol volvió a brillar en el cielo y todo regresó a la normalidad. El pueblo se convirtió en una comunidad más unida y más fuerte gracias a los sacrificios y los cambios que realizaron.
La anciana siempre fue recordada como una heroína y una sabia. Su ejemplo siempre fue tomado como una lección de vida y de cómo una sola persona puede cambiar la vida de muchos. Fue un ejemplo a seguir para futuras generaciones y siempre fue considerada una santa en la comunidad.
A través de esta valiente mujer, los habitantes del pueblo comprendieron la importancia de buscar soluciones alternativas en lugar de recurrir al sacrificio humano. Aprendieron que la verdadera solución a los problemas radica en el cambio superior, en la corrección de valores y acciones de cada individuo.