La liebre y la zorra

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La liebre y la zorra
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La liebre y la zorra. Érase una vez, en un hermoso bosque frondoso vivía una liebre muy apresurada y presurosa. Se pasaba todo el día saltando y corriendo de aquí para allá sin detenerse a prestar atención a lo que sucedía a su alrededor.

Un día, mientras saltaba alrededor del bosque, la liebre se encontró con una zorra muy amable y generosa. La zorra estaba sentada en la raíz de un árbol y disfrutaba del sol.

La liebre, ignorando a la zorra, saltó por encima de ella y siguió su camino. Pero en su prisa, la liebre no se dio cuenta de una roca en su camino, perdió el equilibrio y cayó estrepitosamente al suelo. La liebre se hizo daño en una de sus patas y no podía moverse.

La zorra, al escuchar el sonido del choque, corrió hacia la liebre para ver si estaba bien. Al ver la situación, la zorra ofreció su ayuda inmediatamente.

«¿Estás bien?», dijo la zorra, «Permíteme ayudarte».

La liebre, perpleja y sorprendida por la amabilidad de la zorra, no sabía qué decir.

«Estoy bien», respondió, avergonzada.

«No estás bien», respondió la zorra. «Estás herida. Deja que te ayude».

La zorra ayudó a la liebre a levantarse y la llevó a su madriguera. Allí, limpió y vendó la herida de la liebre. La liebre quedó agradecida y sorprendida de la generosidad de la zorra.

Después de eso, la liebre y la zorra se hicieron buenas amigas. La liebre aprendió que era importante valorar la amistad y la generosidad de otros animales del bosque. Dejó de ser tan apresurada y empezó a prestar más atención a lo que sucedía a su alrededor.

Un día, mientras la liebre estaba jugando con sus amigos, se tropezó con una rama y se cayó. Los demás animales del bosque también estaban jugando y riendo, pero la liebre se encontraba muy lastimada.

La liebre se preguntó si alguien la ayudaría, así que recordó la amabilidad de la zorra, y la lección que había aprendido. Entonces, la liebre llamó a sus amigos por ayuda.

«Por favor, ¿alguien puede ayudarme?», preguntó la liebre. «Me he lastimado».

Los amigos de la liebre, sorprendidos y preocupados, corrieron hacia la liebre para ver si estaba bien.

Uno de los amigos de la liebre dijo: «No te preocupes, te ayudaremos a levantarte».

Todos juntos, trabajaron para ayudar a la liebre, y no pararon hasta asegurarse que estaba cómoda.

La liebre agradeció a sus amigos por su ayuda y se dio cuenta de que había aprendido una valiosa lección: dejar de ser egoísta y valorar la amabilidad de los demás.

Desde ese día en adelante, la liebre no era más la misma. Ahora prestaba atención a los demás animales, estando más en contacto con los sentimientos de los demás y muy a menudo, la zorra y la liebre salían a pasear juntas. La liebre estaba agradecida de haber conocido a la zorra porque había aprendido una lección muy importante: la empatía y la amabilidad son valores muy importantes en la vida.

Fin.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La liebre y la zorra
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