La maldición del Mar del Norte

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La maldición del Mar del Norte
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La maldición del Mar del Norte. Érase una vez un joven marinero llamado Eric que siempre había soñado con surcar los mares del norte. Desde que era un niño, había escuchado historias fascinantes sobre los territorios más allá de las islas escandinavas, donde los peligros escondidos en las profundidades eran tantos como los tesoros que se podían encontrar.

Un día, la oportunidad llegó a su puerta. Eric recibió una oferta para unirse a una tripulación que se dirigió hacia el archipiélago de las Islas Feroe. Ávido de aventuras, Eric no pudo resistir la tentación y se unió al barco con gran entusiasmo.

La travesía comenzó sin problemas. Las aguas del mar del Norte eran sorprendentemente tranquilas y el viento siempre soplaba en la dirección correcta. Pero después de varios días de navegación, comenzaron a ocurrir cosas extrañas.

En primer lugar, la brújula del barco comenzó a fallar, haciendo imposible la navegación. Luego, una noche, los marineros oyeron un ruido extraño proveniente del agua. Eric salió de su cabina para investigar y se quedó sorprendido al ver que el mar parecía estar en ebullición. Las olas se encresparon y comenzaron a dar vueltas como si estuvieran cocinando algo debajo del agua.

Más extraños aún, extrañas criaturas marinas comenzaron a aparecer cerca del barco. Parecían ser una mezcla de pez y humano, con ojos que brillaban en la oscuridad y dientes afilados como cuchillos.

La tripulación pronto se dio cuenta de que habían entrado en una zona de pesca muy peligrosa. Los pescadores locales tenían una leyenda sobre una maldición que había caído sobre esas aguas. Había una especie de monstruo marino, un ser que ruge bajo el agua, causando corrientes impredecibles, destruyendo barcos y ahogando a los marineros.

Eric y los otros marineros pensaron que era solo una leyenda absurda. A pesar de todo lo extraño que estaba sucediendo, no podían creer en una maldición. No era racional.

Pero las cosas solo empeoraron. Las ráfagas de viento, que antes eran suaves, ahora parecían intentar destruir el barco. La tormenta creció y creció, hasta que se convirtió en un huracán feroz. Las olas se elevaron a una altura nunca antes vista, y el barco fue zarandeado con violencia. Muchos de los marineros cayeron al agua, incapaces de mantener el equilibrio.

Eric, que había sido arrojado al otro lado del barco, luchó por volver a la cubierta mientras el marinero que estaba en el timón intentaba desesperadamente controlar la nave. El viento soplaba con tanta fuerza que apenas podían respirar.

Entonces, en medio de la furia del viento y las olas, Eric vio algo que lo congeló. Un enorme monstruo marino emergió de las profundidades, su cuerpo brillando con un brillo terrible, gemir incesantemente debajo del agua.

El monstruo se acercó peligrosamente al barco y comenzó a atacarlo. Se podía sentir la mandíbula del monstruo chocando contra los costados del barco y las extremidades golpeando el agua furiosamente. Los marineros se aferraron a lo que podían, luchando por mantenerse a salvo mientras rezaban para que el barco resistiera.

Finalmente, después de horas de lucha, el monstruo desapareció. La tormenta disminuyó y la nave se libró del huracán. Pero los marineros estaban aterrorizados. Las cosas que habían visto en el agua, el clima extremo, todo parecía una señal de que la maldición de las Islas Feroe era real.

No era racional, pero era demasiado real para ignorar. Eric y los otros marineros lo admitieron para sus adentros, pero nadie quería hablar en voz alta sobre la maldición del mar del Norte.

Cuando finalmente llegaron a las islas, se encontraron con un aeropuerto que nunca habían visitado antes. Las coordenadas que habían utilizado para llegar no estaban en ninguna parte del mundo que conocieran. De hecho, nunca habían oído hablar de las islas en las que se encontraban.

Eric se dio cuenta de que nunca volvería a ser el mismo. Los peligros que habían enfrentado en el barco lo habían cambiado para siempre. Pero él sabía que nunca más tomaría el mar del norte sin pensar en la maldición que había visto con sus propios ojos.

Desde entonces, Eric ha sido muy cauteloso al navegar por esas aguas peligrosas, siempre tomando medidas preventivas para evitar cualquier cosa extraña que pueda suceder. Ha aprendido a respetar el mar y todas las leyendas que vienen con él.

Pero a veces, en su mente, todavía puede escuchar el inquietante gemido del monstruo del mar del norte, una señal constante de que ninguna navegación en esas aguas será segura.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La maldición del Mar del Norte
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