La Navidad en el parque de atracciones

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La Navidad en el parque de atracciones
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La Navidad en el parque de atracciones. Érase una vez un parque de atracciones que abría sus puertas cada año en Navidad. Los árboles estaban decorados con luces de colores y los niños corrían de un lado a otro con sus abrigos de invierno. La música navideña se escuchaba en cada rincón del parque y el olor a galletas recién horneadas hacía que el ambiente fuera aún más mágico.

En el centro del parque, había una enorme noria que destacaba por encima de todas las atracciones. Los niños se subían a ella y disfrutaban de las vistas panorámicas mientras se animaban entre ellos para volver a subir. Pero había un niño en particular que no disfrutaba tanto como los demás, su nombre era Juan y era un niño solitario al que nunca se le veía con amigos.

Juan se acercó a la noria y esperó a que la cola desapareciera para poder subir. Pero para su sorpresa, cuando llegó su turno, la atracción se detuvo por una avería. Juan se quedó sentado en la cabina sin saber qué hacer, incapaz de disfrutar de la vista ni de las luces navideñas.

Justo en ese momento, apareció un niño con una sonrisa enorme en su rostro que se presentó como Pedro. Él también quería subir a la noria, pero al ver que estaba averiada, decidió hacer compañía a Juan. Juntos disfrutaron de la música y los olores que llegaban desde los puestos de comida, y se rieron sin parar mientras la noria finalmente comenzaba a moverse de nuevo.

Cuando bajaron de la atracción, Juan y Pedro se prometieron seguir siendo amigos en este parque de atracciones de Navidad. Y así lo hicieron. Cada vez que venían al parque, se buscaban el uno al otro y disfrutaban de todas las atracciones juntos.

Sin embargo, una Navidad, Pedro no apareció en el parque. Juan lo buscó por todas partes, pero no lo encontró. Estaba triste y solo de nuevo, así que decidió acercarse a la noria, su lugar preferido de todas las atracciones. Pero para su sorpresa, allí estaba Pedro, esperándole con una gran sonrisa en su rostro.

– ¿Dónde has estado? -preguntó Juan, emocionado por ver a su amigo de nuevo.

– Me he mudado muy lejos, pero he venido a pasar la Navidad contigo porque no quiero olvidar nuestro parque de atracciones -respondió Pedro.

Juan y Pedro disfrutaron de cada atracción como si fuera la primera vez que la veían. Comieron algodón de azúcar, palomitas y churros, y se divirtieron en las montañas rusas hasta que se hizo de noche. Entonces, corrieron hacia la noria para disfrutar de las luces navideñas desde lo alto.

– Sabes, Juan, cada vez que estoy lejos de ti, echo de menos este parque -dijo Pedro, mientras él y Juan observaban la ciudad llena de luces y adornos de Navidad.

– Yo también lo echo de menos. Pero al menos, sé que siempre tengo un amigo en ti -respondió Juan.

La magia de la Navidad en el parque de atracciones les hizo recordar que la amistad no era cuestión de estar siempre juntos, sino de estar juntos en el corazón. Con esa lección, los dos se despidieron prometiéndose volver a encontrarse en aquel lugar mágico de atracciones y luces de navideñas.

Desde entonces, cada año, Juan y Pedro se encontraban en el parque de atracciones de Navidad para disfrutar de la noria, de los paseos en tren y de todas las atracciones que el parque ofrecía. Siempre recordando aquel primer encuentro en la noria que los llevó a ser amigos.

Y para su sorpresa, sin esperarlo ambos encontraron algo más que una amistad, encontraron amor. Sí, amor en el parque de atracciones de navidad. Y así la historia continuó año tras año, reafirmando la amistad y el amor en un lugar mágico lleno de luz y alegría en donde la Navidad era lo más importante.

FIN.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La Navidad en el parque de atracciones
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