La Navidad Mágica de Papá Noel. Érase una vez, en un pueblo pequeño de la fría Siberia, donde la nieve caía sin fin, vivía un anciano solitario llamado Nikolay. La Navidad se acercaba, pero Nikolay no tenía ninguna familia a la que unirse, y aunque había sido el hombre más feliz en su juventud, ahora le parecía que la Magia Navideña había desaparecido de su vida.
Pero en el Polo Norte, Papá Noel sentía que algo había cambiado en la Navidad que se acercaba. Ya no era la misma alegría, el mismo amor y la misma ilusión de antes. Los niños se portaban mal, no escribían cartas y no posaban para fotos en su trineo. Toda la alegría había desaparecido.
Entonces, la noche mágica de la Nochebuena, después de que su trabajo estaba hecho, Papá Noel decidió dar un paseo por la Tierra. Viajó por las montañas nevadas y cruzó ríos congelados hasta que llegó a un pequeño pueblo en la lejana Siberia. La noche era fría como el hielo, pero Papá Noel no sintió nada, porque estaba demasiado preocupado por la falta de Magia Navideña.
Comenzó a caminar por las calles nevadas, pero no vio ninguna decoración, ni coros, ni niños esperando ansiosos su llegada. Finalmente, llegó a la casa de Nikolay y tocó a la puerta.
Nikolay abrió la puerta y sus ojos se abrieron como platos, sorprendido de ver a Papá Noel de pie en su entrada. Aunque Nikolay no creía en la Magia Navideña desde hace muchos años, algo en el rostro de Papá Noel lo hizo creer una vez más, era como si su espíritu de la Navidad regresara a él.
«Papá Noel, ¿qué haces aquí?» dijo Nikolay.
«He venido a invitar a cenar a todos los niños y a ti misma, Nikolay. Vamos a hacer una Navidad inolvidable», respondió Papá Noel.
Nikolay no podía creer lo que estaba oyendo. La noche había comenzado a convertirse verdaderamente mágica.
Juntos, los dos hombres prepararon una cena especial para la Navidad, comida que hacía años no degustaba. Luego, con la ayuda de Papá Noel, Nikolay decoró la casa con luces y adornos navideños, algo que no había hecho en mucho tiempo.
Pero lo mejor vino después cuando, alrededor del fuego, ambos disfrutaron de canciones y cuentos de Navidad hasta que al amanecer, Papá Noel tocó el reloj del bolsillo y dijo: «¡Es hora de volver al Polo Norte, amigos!»
Los tres se abrazaron y separaron, Nikolay estaba agradecido por la noche maravillosa que había tenido, y Papá Noel prometió regresar el próximo año para hacer una Navidad mágica una vez más.
Y así fue cómo Nikolay volvió a creer en la Magia Navideña. Papá Noel se dio cuenta de que la verdadera magia está en compartir el amor, y eso es lo que hizo esa noche. Después de esa mágica noche, las Navidades no volvieron a ser lo mismo. Nikolay, a su vez, se convirtió en embajador de la Magia Navideña en ese barrio olvidado de Siberia y comenzó a hacer fiestas de fin de año para familias necesitadas.
Nikolay creía que la Magia Navideña se había perdido, pero Papá Noel vino a demostrarle que siempre está ahí, solo hay que saber encontrarla en el corazón de las personas y compartirla con los demás.
Desde entonces, cada vez que llega la Navidad, Nikolay se sienta en su hogar acogedor, esperando a su amigo Papá Noel, a quien sabe que siempre lo visitará en ese lugar olvidado de Siberia. Y juntos comparten el amor, la alegría y la ilusión que han vuelto a sus vidas como un regalo de la noche mágica de la Nochebuena.
