La Perrita Salchicha. Érase una vez una perrita salchicha muy especial llamada Lila. Ella vivía en una casa pequeña con su dueña Sofia. Lila era una perrita muy activa, alegre y amigable. Su color era principalmente marrón oscuro, pero tenía manchas blancas que le daban un toque muy original a su apariencia.
Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, Lila notó que un vecino había adoptado una nueva perrita. Un pitbull fuerte y grande que, al principio, le generó un poco de temor. Pero su curiosidad pudo más y decidió ir a presentarse. Sorprendentemente, la perra pitbull también se asustó al verla y dio un salto, tratando de retroceder. Pero Lila no se rindió, sabía que todas las perritas merecían estar juntas y ser amigas.
Después de varios intentos, Lila y la pitbull se hicieron amigas y comenzaron a jugar juntas. Las dos perras eran muy diferentes, pero juntas encontraron una manera de divertirse y respetarse. La pitbull se llamaba Lola y era la mascota más grande de todo el vecindario. Tenía un pelaje muy suave de color blanco como la leche y unas pequeñas manchas marrones debajo de sus ojos.
Un día, mientras paseaban por el parque, Lila y Lola se encontraron con un pollito pequeñito. Tenía un plumaje muy amarillo y unas patitas rosadas. Lila lo llevó delicadamente en su boca hasta el parque y ahí lo dejaron en el césped, para que se moviera más libremente. El pollito parecía agradecido y empezó a seguir a Lila y Lola por todo el parque.
De pronto, el pollito empezó a coger velocidad y las perritas tuvieron que correr más rápido para estar a su lado. Pero, de un momento a otro, se toparon con una tormenta y tuvieron que buscar un refugio. Un viejo árbol hueco, con ramas gruesas y hojas verdes, se encontraba en un extremo del parque y las perritas decidieron meterse dentro para protegerse de la lluvia.
Mientras estaban bajo el árbol, Lila, Lola y el pollito, se encontraron con un zorrillo muy amable. El zorrillo era muy diferente a ellas, y se notaba que no pertenecía a la misma especie, pero eso no les importó en absoluto. Lila le ofreció el paraguas que había encontrado en el jardín de su casa, para que se sintiera más cómodo y, de repente, se convirtió en un nuevo compañero de aventuras.
Después de la tormenta, las perritas y el pollito se dieron cuenta de que había un grupo de animalitos del bosque que necesitaba de su ayuda. Uno de los conejitos se había perdido y se encontraba en la otra orilla del río. Para que pudiera volver a su hogar, Lila y sus amigos decidieron construir un puente para que pudiera cruzar el río de forma segura.
Entre todos, trabajaron duro para crear un puente fuerte y resistente, y finalmente lo lograron. Cuando el conejito pudo regresar con su familia, Lila recibió un gran abrazo y una sorpresa maravillosa. Los conejitos habían preparado una tarta de zanahoria muy deliciosa para compartir con ella y sus amigos.
A partir de ese momento, Lila decidió que quería ser una perrita aventurera y ayudar a todos los animalitos del bosque cuando lo necesitaran. Y, por supuesto, siempre estar al lado de sus amigos del parque para crear momentos inolvidables.
Con esta nueva amistad, Lila pudo aprender lo que significa la cooperación, el respeto y la amistad, no importando la diferencia entre los demás. Porque, para ella, la diversidad era un valor que se debía tener nunca se olvidaría de lo increíble que había sido el día en que construyó el puente y salvó a los conejitos del bosque.
Y así fue como Lila se convirtió en la perrita más conocida del vecindario, gracias a su espíritu aventurero y valentía. Siempre está dispuesta a ayudar y disfrutar de lo mejor que puede ofrecer la vida. Una linda historia que enseña el valor de amistad y la importancia de ayudar a quienes más lo necesitan.