La princesa y el hada de los dientes

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La princesa y el hada de los dientes
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La princesa y el hada de los dientes. Érase una vez una hermosa princesa llamada Sofía. Vivía en un grandioso castillo junto a sus padres, el rey y la reina. A pesar de tener todo lo que deseaba, la princesa era muy solitaria, no tenía amigos con quien jugar y no sabía cómo divertirse.

Un día, mientras se cepillaba los dientes, notó que uno de ellos se movía. Estaba preocupada porque no quería perderlo, así que corrió hacia su madre. La reina le explicó que era normal que a veces los dientes caigan y que se tenía que dejar que el hada de los dientes la visitara durante la noche.

La princesa no podía esperar a que llegara la noche para conocer al hada de los dientes. Preparó su diente en una bonita caja y se acostó temprano, esperando que el hada llegara.

De repente, escuchó un suave tintineo en su habitación. Al abrir los ojos, vio a una hermosa hada blanca flotando frente a ella.

– ¡Hola princesa! Soy el hada de los dientes. Ven a jugar conmigo.

La princesa estaba encantada. Nunca había visto algo así. Se levantó de la cama y siguió al hada hacia el jardín del castillo.

La hada de los dientes le mostró todo lo que podía hacer con sus dientes. Le enseñó a morder manzanas, a cortar zanahorias, a sonreír para que se vea bonita y a cantar canciones para que su diente cayera más rápido. La princesa estaba muy feliz y comenzaba a aprender que esos pequeños momentos y aprendizajes pueden ser muy valiosos.

Después de un rato, la princesa se cansó y regresó a su habitación para dormir. Al despertar, encontró en su caja un regalo del hada de los dientes. Era un pequeño anillo dorado con una piedra rosa. La princesa estaba emocionada y se puso el anillo. Lo atesoraba más de lo que pensaba alguna vez.

Esa noche, la princesa se aseguró de cepillarse muy bien los dientes para que el hada de los dientes pudiera visitarla de nuevo. Y así fue, durante varios días y noches, la princesa jugaba y aprendía cada vez más. Era feliz y se olvidaba de su soledad.

Pero un día, el hada de los dientes no apareció en su habitación. La princesa estaba preocupada y triste, todavía quería aprender mucho más y pasar tiempo con su amiga. «Ojalá nunca se vaya» pensó la princesa, sosteniendo su bonito anillo.

Entonces, decidió salir del castillo para buscarla. Caminó por el bosque, llamando su nombre, pero nadie respondía. Tuvo que buscar durante todo el día y cuando estaba a punto de rendirse, vio una pequeña luz en la distancia.

Siguió la luz hasta que llegó a una cueva oscura. Con mucho coraje, se adentró en la cueva, temiendo por lo que pudiera encontrar.

Finalmente se encontró con el hada de los dientes. El hada estaba en el suelo, débil y enferma. La princesa se apresuró a ayudarla y la llevó de regreso al castillo para que la cuidara y se recuperara.

El rey y la reina, así como todos los habitantes del castillo y del bosque, estaban muy preocupados por el hada de los dientes. Todos sabían que era importante y querido, era la que les daba alegría y felicidad.

La princesa no descansó hasta que el hada se sintió mejor. Le llevaba comida y agua, se aseguraba de que estuviera cómoda y la cuidaba con mucho amor.

Finalmente, el hada de los dientes se recuperó completamente. La princesa estaba contenta de verla bien de nuevo. La habló de su preocupación y de lo que había aprendido a lo largo de la búsqueda. El hada de los dientes le explicó que algunos amigos se van por un tiempo, pero siempre vuelven.

La princesa entendió que podía aprender y divertirse sola o acompañada, y que la amistad en una cuestión de tiempo y confianza. El anillo de oro rosa se había convertido en la prueba de que todo lo que había sucedido de alguna manera está conectado.

Desde entonces, la princesa visitaba a su amiga en la cueva del bosque en los ratos libres que tenía. Se habían vuelto inseparables y se divertían juntas con todas las actividades que el hada de los dientes había enseñado a la princesa. Había aprendido que la amistad estaba cerca si uno se lo proponía y que si se valora a las personas, el valor puede regresar en algún momento o de alguna manera.

La princesa y el hada de los dientes aprendieron juntos que la amistad es algo que se debe valorar y proteger, ya que ellos eran un lazo muy especial. Y así se mantuvo su amistad para siempre, dejando un ejemplo para todo el reino y para las futuras generaciones.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La princesa y el hada de los dientes
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