La princesa y el jardín de las margaritas

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La princesa y el jardín de las margaritas
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La princesa y el jardín de las margaritas. Érase una vez una princesa muy hermosa llamada Ana. Vivía en un castillo enorme con su padre el rey y su madre, la reina. La princesa Ana era muy feliz, pero había algo que la desanimaba: no tenía amigos con quien jugar en el castillo.

Un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, encontró un pequeño sendero que llevaba a un jardín desconocido. La princesa siguió el sendero hasta llegar al jardín de las margaritas. Allí, encontró un mundo mágico lleno de coloridas margaritas.

Ana se emocionó tanto al ver tantas flores hermosas que decidió pasar todas las tardes jugando en el jardín de las margaritas. Pasaron días y semanas, y la princesa se dedicó a cuidar el jardín de las margaritas, hasta que un día, al acostarse en el pasto, se dio cuenta de un pequeño muñeco de jardín.

El muñeco, llamado Tico, era muy simpático y agradecido con la princesa, pues gracias a ella el jardín estaba en perfectas condiciones. Tico y Ana se hicieron muy amigos y pasaron muchas tardes juntos en el jardín de las margaritas.

Un día, la princesa le preguntó a Tico si conocía a alguien más en el jardín de las margaritas. Tico contestó que él y sus amigos, los animales del jardín, eran los únicos que vivían allí. Ana pensó que sería bueno invitar a más amigos al jardín de las margaritas. Y así lo hizo.

Comenzó por invitar a su mejor amiga, la princesa Sofía, al jardín de las margaritas. A Sofía le encantó el jardín y decidió llevar a sus amigas del palacio. Así, poco a poco, otras princesas y príncipes fueron llegando al jardín de las margaritas.

El rey y la reina se preocuparon por el hecho de que la princesa Ana no estaba en el castillo, pero al enterarse de que estaba en el jardín de las margaritas, decidieron ir a ver qué era lo que su hija hacía allí.

Al ver el jardín de las margaritas tan hermoso, el rey decidió que sería una buena idea construir un parque alrededor del jardín para que todos los niños del reino pudieran jugar allí. La princesa Ana estaba muy feliz de que todos pudieran disfrutar del jardín que tanto amaba.

Pero un día, el jardín de las margaritas comenzó a marchitarse y nadie sabía qué hacer. La princesa Ana estaba muy triste, pues su jardín mágico había perdido todo su color y belleza.

Sin embargo, Tico el muñeco de jardín, recordó algo que su abuela le había contado sobre las margaritas: que necesitaban agua y cuidados especiales para crecer fuertes y saludables. Todos se preguntaron cómo podrían conseguir agua para el jardín de las margaritas.

Entonces, un niño llamado José, que había ido al nuevo parque a jugar con sus amigos, se acercó al jardín de las margaritas y preguntó por qué las flores estaban marchitas. La princesa Ana le explicó que necesitaban agua, pero que ella no sabía cómo conseguir la suficiente para todo el jardín.

José, que era hijo de un granjero, recordó que su padre tenía una bomba de agua en el campo que podía ofrecerles. Ana agradeció la ayuda de José y juntos fueron a buscar la bomba de agua de su padre.

Con la bomba, pudieron conseguir toda el agua que necesitaban para el jardín de las margaritas, y poco a poco, las flores comenzaron a recuperarse y a florecer de nuevo. La princesa Ana estaba muy agradecida con José y le prometió que siempre sería bienvenido en el jardín de las margaritas.

Desde entonces, el jardín de las margaritas se convirtió en el lugar favorito de todos los niños del reino. El jardín había dejado de ser simplemente un jardín de margaritas y se había convertido en un lugar lleno de aventuras, juegos y amistad.

La princesa Ana estaba muy contenta de haber encontrado el jardín de las margaritas y de haber compartido tanta alegría con sus amigos. Aprendió que no importa la edad, el origen o el estatus social, a todos nos gusta jugar y ser felices. Y así, la princesa vivió feliz para siempre en su castillo junto a las personas que más amaba, y también en el jardín de las margaritas, junto a sus amigos, las margaritas y los animales de jardín que le regalaron tanta alegría.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La princesa y el jardín de las margaritas
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