La Sirena del Abismo de los Deseos

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La Sirena del Abismo de los Deseos
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La Sirena del Abismo de los Deseos. Érase una vez, en lo más profundo del mar, una Sirena muy especial llamada Marina. Marina vivía en el abismo de los deseos, un lugar mágico y maravilloso donde todo lo que uno soñaba podía hacerse realidad.

Marina era diferente a las otras sirenas. Era valiente, curiosa y no le daba miedo explorar los lugares más peligrosos del abismo. Un día, mientras nadaba por una cueva subterránea, encontró una puerta misteriosa. Nunca antes había visto esa puerta, así que decidió abrirla y entrar.

La puerta la llevó a un lugar oscuro y tenebroso. El aire seco y caliente la hacía sentir incómoda. Marina estaba a punto de salir corriendo cuando escuchó una voz misteriosa.

– ¿Quién eres tú? -preguntó la voz-. ¿Qué haces aquí en mi cueva?

Marina se dio la vuelta y vio a un ser extraño, una criatura mitad hombre y mitad cabra, con ojos de fuego. Marina estaba aterrada, nunca antes había visto algo así.

– Soy Marina, una Sirena del Abismo de los Deseos -respondió Marina temblando-. No sabía que esta cueva tenía un dueño. Lo siento mucho, me iré de inmediato.

Pero la criatura la miró con curiosidad y preguntó:

– ¿No tienes miedo de mí?

– Claro que tengo miedo -dijo Marina-, pero estoy acostumbrada a estar cerca de criaturas extrañas en el abismo.

– Eres valiente por eso -comentó la criatura-. No tienes nada que temer de mí. Me llamo Pan y soy el guardián de esta cueva.

Marina se sintió aliviada al saber que no había nada que temer. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que la cueva estaba llena de instrumentos extraños que nunca antes había visto.

– ¿Qué es todo esto? -preguntó Marina.

– Son mis instrumentos -dijo Pan con una sonrisa-. Soy un músico y me gusta hacer música en mi cueva.

Marina se acercó a los instrumentos y examinó uno a uno. Los tocó y los estudió. De repente, se dio cuenta de que había algo especial en la música de Pan. Era suave y relajante, pero también tenía ritmo y energía. Marina estaba maravillada.

– Tu música es muy hermosa -dijo Marina-. Me gusta mucho. ¿Puedo tocar alguno de tus instrumentos?

– Claro que sí -dijo Pan-. Toca lo que quieras.

Marina estaba feliz. Se tomó su tiempo para tocar cada instrumento y explorar cada sonido. Pan estaba igualmente emocionado, nunca había tenido un visitante tan curioso y apreciativo.

Mientras Marina tocaba música, algo mágico comenzó a ocurrir. Los muros de la cueva comenzaron a vibrar y a moverse. Las paredes se abrieron y una luz brillante llenó la cueva. Marina y Pan miraron hacia arriba y vieron que la luz venía de una estrella que había aparecido en el techo.

– ¡Mira, Pan! ¡La estrella! -gritó Marina.

– Es la estrella de los deseos -dijo Pan-. Si haces un deseo bajo esa estrella, se cumplirá. ¿Quieres intentarlo?

Marina estaba emocionada. Había oído hablar de la estrella de los deseos, pero nunca antes había visto una en persona.

– Sí, quiero desear algo -dijo Marina-. Quiero desear que todos los habitantes del mar tengan el coraje de explorar el mundo fuera del abismo de los deseos.

Marina cerró los ojos y pidió su deseo en voz baja. Cuando abrió los ojos, la estrella había desaparecido y la cueva volvió a la normalidad.

– ¿Ya se cumplió mi deseo? -preguntó Marina.

– Eso esperamos -dijo Pan-. Siempre es difícil saber si tus deseos se cumplen. Solo tienes que esperar y ver si sucede.

Marina salió de la cueva con una sonrisa en el rostro. Había conocido a un nuevo amigo y había tocado música hermosa. ¿Qué más podía pedir? A medida que nadaba hacia el abismo de los deseos, Marina se sintió más valiente y curiosa que nunca. Aprendió que hay lugares misteriosos en el mundo que vale la pena explorar. Y tal vez, solo tal vez, su deseo se había cumplido y todos los habitantes del mar se unirían a ella en sus aventuras.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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