La venganza de los tripulantes perdidos. Érase una vez un barco llamado «El Marino» que navegaba por los mares del Caribe. La tripulación era una mezcla de personas de diferentes nacionalidades, pero todos se unían en un solo propósito: encontrar el tesoro perdido del pirata Blackbeard.
Durante años, los tripulantes de «El Marino» habían buscado pistas, mapas y leyendas que los llevaran al tesoro, pero siempre parecían estar cerca de encontrarlo sin lograrlo. Frustrados y cansados de la búsqueda, decidieron abandonar la misión y regresar a casa.
Pero su suerte cambió cuando un día, mientras navegaban hacia la costa de Jamaica, fueron atacados por un barco enemigo. La tripulación de «El Marino» luchó con valor, pero se vieron superados en número y fuerza. Los piratas enemigos tomaron todo lo que pudieron, incluyendo la única copia del mapa que indicaba la ubicación del tesoro de Blackbeard.
Los tripulantes de «El Marino» fueron abandonados en una isla desierta, sin comida ni agua y sin esperanza de ser rescatados. Pero su ira y sed de venganza les dio la fuerza para sobrevivir en ese lugar inhóspito. A medida que pasaban los días, aprendieron a pescar y recolectar frutas y agua de los manantiales cercanos. También construyeron refugios con ramas y hojas para protegerse de las tormentas.
Pero lo más importante que aprendieron fue a trabajar juntos como equipo. Cada uno de ellos tenía habilidades únicas: algunos eran expertos en navegación, otros en la construcción y otros en la caza y pesca. Juntos, formaron una comunidad unida y fuerte, más que nunca antes.
Un día, mientras buscaban comida en la selva, descubrieron el campamento de los piratas enemigos que los habían atacado. Los tripulantes de «El Marino» sabían que no podían enfrentarse a ellos cara a cara, pero tenían un plan. Esperarían hasta la noche, cuando los piratas estarían dormidos, y se infiltrarían en el campamento para recuperar el mapa del tesoro.
Esa noche, los tripulantes de «El Marino» se deslizaron sigilosamente en el campamento enemigo. Despertaron a un hombre y lo amenazaron con cuchillos hasta que les entregó el mapa. Cuando se aseguraron de que nadie más los había visto, huyeron rápidamente del campamento.
De regreso en la isla, los tripulantes de «El Marino» se reunieron para estudiar el mapa y determinar la ubicación exacta del tesoro de Blackbeard. Decidieron que era demasiado peligroso buscarlo solos, así que construyeron un bote improvisado con los restos del barco que habían sido dejado en la isla y navegaron hacia la costa de Jamaica.
En una noche oscura y ventosa, llegaron a una orilla de arena en una bahía secreta. Según el mapa, la cueva donde Blackbeard había ocultado su tesoro estaba en una de las colinas cercanas, así que los tripulantes de «El Marino» subieron la colina con cuidado, manteniéndose ocultos.
Finalmente, llegaron a la cueva. Era un agujero oscuro en la roca, y no se veía nada adentro. Pero los tripulantes de «El Marino» tenían una idea. Cada uno de ellos trajó una antorcha y, juntos, encendieron todas a la vez. Un enorme y brillante resplandor llenó la cueva, iluminando el tesoro de Blackbeard.
Había pilas de monedas de oro y plata, joyas resplandecientes y cofres llenos de tesoros. Los tripulantes de «El Marino» se miraron el uno al otro, asombrados por la vastedad de la riqueza. Durante años habían buscado esto, y finalmente lo habían encontrado.
Pero en un momento, la alegría se convirtió en miedo. Uno de ellos, un hombre que había estado callado y distante durante todo el viaje, sacó una espada y amenazó a los demás. Reclamó el tesoro para sí mismo y les dijo que se marcharan o morirían.
Los tripulantes de «El Marino» no podían creer lo que estaban viendo. Habían pasado por tanto juntos, habían trabajado tan duro para encontrar el tesoro, y ahora era todo para ese hombre egoísta que no parecía preocupado por haber trabajado en equipo. Pero sabían que no podían luchar contra él, al menos no en ese momento.
Así que, en silencio, salieron de la cueva y formaron un plan. Se dividieron el tesoro en partes iguales, pero guardaron una pequeña cantidad de monedas y joyas en secreto, para poder montar una trampa para el hombre egoísta.
Una vez que todo estaba embalado y listo para salir, los tripulantes se reunieron con el hombre egoísta y le dieron su porción del tesoro, como si nada hubiera pasado. Pero después de haberlos dejado atrás, de repente cayó en una trampa preparada por ellos. Lucharon y en el proceso, uno de los tripulantes era mortalmente herido…
Después de asegurarse de que el hombre egoísta estaba inconsciente, lo dejaron allí para morir y se dirigieron hacia el bote que pusieron en la playa.
Unos días después, regresaron a la isla en la que habían sobrevivido y enterraron al compañero fallecido en el campo cercano a la fuente de agua que habían encontrado. Los sobrevivientes se separaron, se dividieron su parte del tesoro, jurando que obtendrían la igualdad en todo momento, así como el trabajo en equipo. Se alejaron de la isla como amigos para seguir sus propios caminos, recordando para siempre el poder de trabajar juntos en la búsqueda del tesoro de Blackbeard.