Las ositas y la amistad con la mariposa. Érase una vez, en un bosque encantado, vivían dos ositas muy amigas. Se llamaban Canela y Miel, y juntas pasaban sus días jugando y disfrutando del sol y la brisa del bosque. Las ositas eran muy felices juntas, pero a veces sentían que les faltaba algo. Un día, mientras caminaban por el bosque, vieron a una mariposa que volaba libremente de flor en flor.
Las ositas se acercaron con curiosidad a la mariposa y le preguntaron si quería jugar con ellas. La mariposa, que se llamaba Amapola, les respondió que sí, encantada de tener nuevas amigas. A partir de ese día, las tres amigas se encontraban en el bosque para jugar y contar historias.
Amapola era muy diferente de Canela y Miel. Ella podía volar y tenía un mundo completamente diferente del de las ositas. Amapola les contaba historias increíbles sobre las aventuras que tenía en el bosque, mientras que Canela y Miel escuchaban con gran interés.
Un día, mientras las ositas y la mariposa jugaban, se encontraron con un río que les impedía continuar su camino. Las ositas no sabían nadar y temían que la corriente fuerte las arrastrara. Amapola, en cambio, podía volar sobre el río sin ningún problema.
Las ositas se sintieron tristes al pensar que no podrían seguir jugando con su amiga voladora. Pero Amapola, que era muy inteligente, dijo: «No te preocupes, amigas mías. Tienen un corazón valiente y un espíritu aventurero. ¿Por qué no nos construimos un puente para poder cruzar el río juntas?».
Las ositas no podían creer que pudieran construir un puente. Pero Amapola les explicó cómo hacerlo. Las ositas buscaron ramas y hojas, mientras que Amapola les mostraba cómo unirlos. Se esforzaron juntas hasta que finalmente construyeron un hermoso puente que les permitió cruzar el río juntas.
Desde ese momento, las ositas aprendieron la importancia de la amistad y la colaboración. Canela y Miel comenzaron a mirarse a sí mismas y a los demás con nuevos ojos. Ya no veían solo las diferencias, sino que apreciaban las particularidades de cada uno y se dieron cuenta de cuánto podían aprender de los demás.
Desde aquel día, las ositas y la mariposa se convirtieron en las mejores amigas, y continuaron viviendo aventuras juntas en el bosque encantado.
Un día, mientras las ositas y Amapola caminaban por el bosque, encontraron a un pequeño conejo que estaba atrapado en una trampa. Las ositas querían ayudar al conejo, pero no sabían cómo. Amapola, una vez más, les mostró otra manera de ver las cosas.
Ella dijo: «¿Por qué no utilizamos nuestros diferentes talentos para ayudar a este pequeño amigo? Las ositas pueden construir una escalera con las ramas que hemos encontrado, y yo puedo guiarlo hacia la salida». Las ositas y Amapola trabajaron juntas para construir una escalera improvisada y ayudar al conejo.
El conejo estaba tan agradecido que les preguntó cómo podía devolverles el favor. Las ositas, que habían aprendido la lección de Amapola, le respondieron: «No necesitas hacer nada por nosotros. Ayuda a alguien más en difícil situación cuando lo necesites. Ese será nuestro regalo».
Desde aquel día, las ositas y la mariposa se sintieron más fuertes juntas. Trabajaron juntas para superar cualquier obstáculo que encontraron y aprendieron a apreciar las diferencias en los demás. Juntas, descubrieron la verdadera alegría de la amistad y la colaboración, lo que les mostró la magia del bosque encantado en el que vivían.
Finalmente, las ositas y Amapola se despidieron de aquel bosque mágico y algo triste también, pero sabían que siempre podrían recordar aquellos tiempo más felices juntos. Aún se mantienen en contacto y se hacen saber que siempre serán las mejores amigas.
Mientras admiraban el bello bosque donde se conocieron, las ositas y Amapola se dieron cuenta de que la amistad es un tesoro muy valioso y que siempre estarían juntos en su corazón, porque la amistad ¡perdura por siempre!