Las ositas y su día de Halloween en el bosque. Érase una vez en el bosque de los osos, una familia de ositas se preparaba emocionada para celebrar su día favorito del año: Halloween. La mamá osa, que estaba muy entusiasmada, les dijo a sus hijas que debían buscar los mejores disfraces para la fiesta. Así que las ositas, con mucha alegría, empezaron a buscar entre los árboles del bosque.
Después de mucho buscar, las ositas encontraron unos trajes de brujitas que les quedaron perfectos y los decoraron con cintas, lentejuelas y estrellas. Incluso, encontraron unos gorros de bruja que combinaban perfectamente con sus trajes. La mamá osa decidió disfrazarse como una calabaza gigante. Con sus disfraces preparados, las ositas se dispusieron a decorar el bosque para la fiesta.
Las ositas, con mucha creatividad, prepararon una increíble mesa con dulces y golosinas, llenando los platos con murciélagos de chocolate, terribles arañas de gomitas y brujas de jalea. También montaron una pista de baile iluminada con velas y antorchas, que hacía brillar las hojas de los árboles. La fiesta estaba lista, y las ositas estaban muy felices de festejar y compartir con sus amigos del bosque.
La noche de Halloween llegó, las ositas se pusieron sus disfraces y salieron a explorar el bosque. Al pasar por los árboles, se dieron cuenta de que las hojas estaban cayendo y el viento empezaba a soplar con más fuerza. De pronto una rama empezó a crujir, y las ositas se sobresaltaron. Sin embargo, para su sorpresa, se trataba de su amigo el zorro, disfrazado de fantasma.
– ¡Hola ositas! -exclamó el zorro- ¿Qué están haciendo por aquí?
Las ositas le contaron que estaban celebrando Halloween y le invitaron a la fiesta. El zorro aceptó, y juntos se dirigieron a la fiesta. Cuando llegaron, el bosque estaba completamente decorado, iluminado con luces de colores, y los demás animales ya estaban allí, esperando a la llegada de las ositas.
En la fiesta, los animales del bosque empezaron a cantar, a bailar y a disfrutar de los dulces en la mesa. Las ositas se divirtieron jugando a la búsqueda del tesoro, a las adivinanzas y a los juegos de magia. Hicieron muchas risas y se divirtieron hasta el amanecer.
De repente, un ruido muy extraño se escuchó en el bosque, y todos se asustaron. Pero para tranquilizar a los animales, apareció el búho, voz sabia del bosque, que explicó que los sonidos eran solo los murciélagos que salían a cazar en la noche. Todos se tranquilizaron, y el búho les siguió contando el secreto de Halloween, y su origen.
Hace mucho tiempo, los humanos celebraban la noche de Samhain para honrar a sus ancestros y recordar a los que habían fallecido. La gente se disfrazaba y encendía hogueras para alejar a los espíritus malvados. Con el tiempo, la tradición fue cambiando, y la fiesta se convirtió en Halloween, en la que la gente se disfraza y busca dulces.
Los animales comprendieron la historia y al final de la fiesta, agradecieron a las ositas por organizar la mejor noche de Halloween que habían vivido, y se despidieron de ellas.
Las ositas regresaron a casa, muy felices y emocionadas por haber pasado una noche tan especial. Se quitaron sus trajes de brujita y se fueron a dormir, soñando con la hermosa fiesta del bosque. Al despertar, recordaron todo lo que había pasado la noche anterior y se pusieron a planear la fiesta para el siguiente año.
Desde entonces, las ositas celebran Halloween cada año con todos los animales del bosque. Y cada vez que se reúnen, se recuerdan de la historia del búho, y de que Halloween es una noche para compartir, divertirse y crear recuerdos inolvidables con amigos.