Los Buhitos y el Enigma del Tiempo Perdido. Érase una vez una pequeña aldea en la que vivían unos hermanitos muy interesados en el misterioso mundo que les rodeaba. A ellos les gustaba mucho explorar los campos cercanos y la espesa selva que se extendía más allá del pueblo. Sin embargo, nunca habían tenido una oportunidad como la que se les presentaría aquel día.
Uno de los vecinos de la aldea, un anciano muy sabio, recibió un extraño mensaje por parte de un amigo que residía en una zona distante. Éste contenía una vieja leyenda sobre un enigma perdido en el tiempo y era esta la única información concreta que se conocía. Tal noticia se regó como pólvora y todas las personas de la aldea querían conocer más sobre lo que sucedía.
Los niños no fueron ajenos a la noticia, naturalmente. Al enterarse, se apresuraron a investigar con ayuda de sus amiguitos y, luego de un día completo de búsqueda, lograron dar con el lugar en el que se hallaba el enigma. Pero, para su sorpresa, encontraron algo que no esperaban: una gran cantidad de pequeños buhos que se encontraban encerrados en la cámara secreta.
Los niños no sabían qué hacer con tantos animales, por lo que decidieron llevarlos al anciano sabio, para solicitarle su ayuda. El hombre, al ver el desolador panorama, decidió compartir con los pequeños una gran leyenda.
Hace miles de años, los buhos de nuestra región eran venerados por los antiguos pobladores, considerados como los guardianes del tiempo. Se decía que cada uno de ellos tenía un lugar en el tiempo, pero que algunos de ellos habían quedado atrapados debido a las circunstancias impuestas por la mezquindad y la ambición de algunos quienes quisieron controlar el curso del tiempo. Es por ello que en la cámara secreta, los pequeños encontraron a los últimos buhos de una larga genealogía que había sido descuidada.
Los niños se sintieron consternados, ya que no sabían cómo ayudarlos, pero el anciano les aseguró que él podía ayudarlos. Agregó que, para lograrlo, debían encontrar los ocho guardianes del tiempo, los cuales se encontraban desperdigados por toda la región. Decididos a ayudar a sus nuevos amigos, los pequeños comenzaron su labor de búsqueda.
El primer guardián de tiempo que encontraron fue el buho azul. Este era uno de los más antiguos y sabios, por lo que les reveló importantes claves que los ayudarían a encontrar a los demás. El buho los ubico en su mapa, marcando las ubicaciones en las que sus hermanos se encontraban, desde la montaña más alta hasta las más profundas cavernas.
Emocionados, los pequeños continuaron su travesía. La siguiente misión los llevó a una gruta muy profunda, en la que se encontraron con el buho amarillo. Éste era muy simpático y amable, y les ayudó a comprender que la generosidad es el mejor camino para el éxito, y que entregarse es la mejor forma de recibir.
El tercer buho que hallaron fue el naranja. Éste les dijo que para encontrar la clave, debían buscar en lo profundo de la lluvia que caía y encontrar una roca mágica que les ayudaría a descubrir por completo el secreto del tiempo.
La búsqueda continuó y el cuarto guardián de la serie fue el bufón del tiempo, como era llamado el buho rojo, el cual los llevó a una zona de tierras muy fértiles. Allí, el bufón del tiempo también les enseñó sobre la importancia de la risa y el buen humor como elementos fundamentales que hacían la vida más plena.
Siguiendo el mapa dado por el buho azul, los niños llegaron a un extraño y oculto pantano, en el cual encontraron al buho verde que se hallaba un poco perdido. Con un poco de paciencia y ayuda, lo pudieron guiar a su pequeño grupo, y este les habló sobre la importancia de la sabiduría en los momentos difíciles.
Los dos buhos restantes eran muy particulares y más difíciles de hallar. Uno de ellos se hallaba en una dimensión algo abstracta, en la que los niños debían saltar de una plataforma a otra mientras mantenían el equilibrio en sus vidas, físicamente y emocionalmente. El último buho se había extraviado, y se había instalado en el reino del universo. Los chicos debían llegar a un amplio espacio interdimensional donde todos los buhos se unían en la forma de una constelación, de la cual este último era el líder.
Con una búsqueda aún más intensa, finalmente, y gracias a la ayuda del buho azul, los chicos lograron completar su lista de guardianes del tiempo y reubicar cada uno de los buhos en su tiempo apropiado. Al final de todo eso, los niños, como los verdaderos héroes que eran, comprendieron que lo importante no era hallar los tesoros o resolver los misterios, sino la aventura y el hecho de compartir la vida con estos increíbles seres.
A pesar de que se despidieron de los guardianes del tiempo y los buhos que los acompañaron durante su travesía, los pequeños sabían que nunca los olvidarían. Siempre recordarían en sus corazones a aquellos amigos que los enseñaron tanto sobre la vida, el tiempo y la aventura. Desde entonces, cada vez que los niños salían a explorar, siempre recordaban la extraña y maravillosa aventura que habían vivido, y la importancia de sus nuevos amigos en la vida.