Los Dinosaurios y el Gigante Dormido. Hace millones de años, en la Tierra, existieron los dinosaurios, unas criaturas gigantes y impresionantes que dominaron los cielos, la tierra y los mares. Entre ellos, había un grupo de amigos: el Tiranosaurio Rex, el Triceratops, el Velociraptor y el Pterodáctilo.
Un día, los cuatro amigos decidieron salir en busca de aventuras. El sol brillaba intensamente y el viento soplaba fuerte, moviendo las hojas de los árboles gigantes que rodeaban la selva en la que vivían.
Mientras caminaban, el Pterodáctilo se posó en una rama para escuchar mejor los sonidos de la selva. De repente escuchó un llanto muy fuerte. «¿Qué sucede?» preguntaron los demás.
«Siento que alguien necesita nuestra ayuda», dijo el Pterodáctilo. Entonces, los cuatro amigos comenzaron a volar por la selva en busca del origen del llanto.
Después de volar un rato, encontraron a un bebé Estegosaurio llorando. Parecía haberse perdido de su madre y estaba muy asustado.
Los amigos se acercaron, tratando de tranquilizarlo. El Triceratops decidió cargar al bebé en su lomo y el Velociraptor, con su astucia, encontró el rastro de la madre.
Los amigos comenzaron a seguir el rastro, pero encontraron una gran dificultad en el camino: un río muy caudaloso bloqueaba su camino. Para cruzarlo necesitaban una gran idea.
Entonces, el Pterodáctilo decidió volar en busca de algo que pudieran usar. Voló durante horas, sin encontrar nada útil. Pero de repente, vio un gran tronco arrastrado por la corriente del río. Sabía que esa era su oportunidad.
El Pterodáctilo comunicó la idea a sus amigos. Entonces, los cuatro amigos trabajaron juntos para deslizar el tronco hacia la orilla del río, creando un puente improvisado para pasar al otro lado.
Finalmente llegaron al lugar donde se encontraba la madre del bebé. El Estegosaurio adulto estaba muy preocupada y agradeció enormemente la ayuda de los amigos.
Juntos, el Tiranosaurio Rex, el Triceratops, el Velociraptor y el Pterodáctilo habían logrado ayudar a una madre a encontrar a su hijo. Eso los hizo sentir muy fuertes y unidos.
La familia de Estegosaurios agradecidos decidió invitar a los cuatro amigos a una gran fiesta. Compartieron sus alimentos y bailes. Los amigos se sintieron muy agradecidos por la amistad que había nacido entre ellos y los Estegosaurios.
Pero la alegría no duró toda la noche. De repente, una gran tormenta se desencadenó. Los truenos eran tan fuertes que hacían temblar el suelo. Los árboles gigantes de la selva comenzaron a caer, bloqueando el camino de regreso.
La familia de Estegosaurios y los amigos se refugiaron en una cueva, esperando que la tormenta pasara. Pero la lluvia seguía cayendo cada vez más fuerte, llenando la cueva de agua y barro. Los amigos se dieron cuenta de que estaban en peligro.
Entonces, el Tiranosaurio Rex recordó un gran árbol muy resistente y seguro que estaba cerca. Si lo usaban como refugio, podrían salvarse.
Los amigos se unieron, empujando el árbol gigante hacia la cueva. Crearon un refugio que los protegía de la tormenta y les permitía estar a salvo. La familia de Estegosaurios y los amigos estaban una vez más agradecidos por el trabajo en equipo que habían formado.
Después de varios días, la tormenta finalmente pasó. Los amigos se dieron cuenta de que esa experiencia había unido aún más su amistad. Entonces, decidieron que debían ayudar a otros animales de la selva que podrían estar en peligro.
Así fue como el Tiranosaurio Rex, el Triceratops, el Velociraptor y el Pterodáctilo se convirtieron en los guardianes de la selva, ayudando a las criaturas más débiles y luchando contra cualquier peligro que pudiera acecharlas.
Se convirtieron en leyendas entre los demás dinosaurios de la selva, conocidos por su valentía y por su espíritu de trabajo en equipo. Juntos, habían logrado grandes hazañas y lograron forjar una amistad que duraría para siempre.
La selva nunca olvidaría a los cuatro amigos que se habían convertido en los guardianes de todas las criaturas. Siempre estarían en los corazones de todos aquellos que habían conocido su historia.