Los fantasmas de la casa encantada de Halloween. Érase una vez una casa encantada que estaba en lo alto de una colina, justo en el medio de un bosque espeso y oscuro. Había muchos rumores sobre esta casa, pero nadie se atrevía a acercarse lo suficiente para verla de cerca. Dicen que estaba embrujada, que había fantasmas y monstruos viviendo en su interior.
Un día de Halloween, un grupo de amigos decidió aventurarse y averiguar si toda esa leyenda era realmente cierta. Niños valientes, con mucho coraje, dispuestos a enfrentar sus miedos. Al llegar a la puerta, la abrieron sin problemas y entraron.
Dentro estaba muy oscuro, pero como astutos niños que eran, llevaron consigo linternas para iluminar su camino. No pasó mucho tiempo hasta que comenzaron a escuchar ruidos extraños, como si algo se moviera por la casa. Al principio, pensaron que era el viento, pero cada vez los ruidos eran más fuertes y claros.
De repente, las luces se encendieron de golpe, dándoles un gran susto. Pero cuando se detuvieron para mirar, se dieron cuenta de que las cosas extrañas que estaban escuchando no eran tan tenebrosas. Descubrieron que la casa estaba llena de fantasmas, los cuales eran los dueños de aquel lugar. Eran unos fantasmas divertidos, que no les importaba nada excepto divertirse.
«¡Bienvenidos!» dijo el fantasma más grande y peludo de todos. «¿Qué les trae por aquí?»
Los niños, un poco asustados, se presentaron y dijeron que solo querían ver si la casa realmente estaba embrujada.
«Ah, lo sabíamos», dijo el fantasma con una risita. «Pero, ¿sabían que nosotros también estábamos buscando algún tipo de diversión?»
Los niños se miraron entre sí, tratando de descubrir si lo que acababan de escuchar era cierto. Después de todo, habían oído muchas historias horripilantes sobre los fantasmas de la casa encantada de Halloween.
«Así es», continuo el fantasma. «Nos gusta divertirnos y jugar, especialmente en Halloween. Pero por mucho que queramos, no podemos salir de aquí y aterrorizar a la gente, por lo que necesitamos su ayuda».
«¿Qué necesitan que hagamos?» preguntaron los niños.
«Queremos que nos ayuden a dar un encantamiento especial a la casa para que podamos salir y jugar. ¿Nos ayudarían?»
Los niños se miraron, pero decidieron darle una oportunidad. Siempre habían querido hacer algo realmente emocionante en Halloween, y esto parecía una forma divertida de hacerlo.
Así que, trabajando juntos, los niños y los fantasmas dieron un gran encantamiento a la casa. Fueron muchos pasos y rituales que realizaron todos juntos, pero al final, lograron su objetivo.
Cuando terminaron, las luces se apagaron de nuevo, solo que esta vez, cuando se encendieron nuevamente, todo estaba diferente. La casa estaba llena de color, y los muebles habían tomado vida, así como los cuadros de las paredes.
Los fantasmas estaban muy contentos, sabían que finalmente podían salir y divertirse en la noche de Halloween. «¡Gracias chicos!» exclamaron. «¡Esto es justo lo que necesitábamos!»
Los niños se sintieron muy felices de haber ayudado a los fantasmas, y también estaban emocionados por la diversión que tendrían. Comenzaron a jugar por la casa, explorando cada rincón y divirtiéndose con todo lo que encontraban.
La noche pasó y pasó, pero nadie quería irse. Nadie quería que se terminara la noche de Halloween más divertida de su vida. Pero cuando las luces comenzaron a brillar en el cielo, los fantasmas comenzaron a desvanecerse poco a poco. Los niños se despidieron y volvieron a casa, con grandes sonrisas en sus rostros, sabiendo que habían vivido una noche única.
Desde entonces, cada Halloween, los niños regresan a la casa encantada para ayudar a los fantasmas a encantar la casa con el fin de poder tener la mejor noche de Halloween de todas. Y cada año, se divierten más y más, rodeados de risas y brisas divertidas. Una nueva leyenda nació en la ciudad, ahora todos querían pasar una noche en la casa encantada, pues sabían que ahí encontrarían diversión, y no terror.
