Los Gatos en la Ciudad de las Estrellas. Érase una vez un gato llamado Max. Max era un gato callejero que vivía en los callejones de la Ciudad de las Estrellas. A pesar de que era un callejero, Max tenía sueños muy grandes. Él quería ser una estrella de cine. Un día, Max se encontró con el director más famoso de la Ciudad de las Estrellas. Max estaba tan emocionado de conocer al director que comenzó a bailar y cantar para él en la calle. El director se sorprendió y se enamoró del talento de Max. Le ofreció un papel en su nueva película. Max estaba tan emocionado que comenzó a dar saltos y ronronear con alegría. Finalmente, sus sueños se hacían realidad.
Érase una vez un gato llamado Tomás. Tomás era un gato muy aventurero. Vivía en los tejados de los edificios más altos de la Ciudad de las Estrellas. Un día, sin darse cuenta, se encontró en el balcón de una mujer muy rica. La mujer lo vio y se asustó. Sin embargo, Tomás era un gato muy amigable y comenzó a ronronearle. La mujer se calmó y comenzó a hablarle a Tomás. Le preguntó cómo se sentía viviendo en los tejados y si necesitaba algo. Tomás le dijo que estaba muy feliz viviendo en los tejados y que no necesitaba nada. La mujer comenzó a visitar a Tomás todos los días, llevándole comida y agua fresca. Aparecía en su balcón a menudo para charlar con él. Tomás estaba feliz de tener una amiga humana.
Érase una vez una gata llamada Ophelia. Ophelia era una gata muy floja que vivía en el jardín de una casa abandonada. Ophelia no tenía mucho que hacer allí, por lo que solía dormir todo el día en un pequeño trozo de hierba. Un día, una pequeña niña encontró a Ophelia en el jardín. La niña estaba buscando a su gato perdido y pensó que Ophelia era su gato perdido. Ophelia se sorprendió al ver a la niña y comenzó a maullar muy alto. La niña se asustó al principio, pero luego se dio cuenta de que Ophelia no era su gato perdido. La niña decidió llevarse a Ophelia a casa para cuidarla. Ophelia estaba muy feliz de tener un hogar cálido y cómodo para dormir.
Érase una vez un gato llamado Simón. Simón era un gato muy tímido que vivía en un callejón oscuro y muy solitario. Un día, una pareja de ancianos estaba caminando por el callejón y vio a Simón escondido detrás de un montón de basura. Los ancianos se acercaron a Simón y comenzaron a hablarle. Simón maulló muy bajo, pero los ancianos pudieron escucharlo. Los ancianos comenzaron a alimentar a Simón todos los días y lo visitaban con frecuencia. Simón comenzó a sentirse muy cómodo con la pareja y se acostumbró a sus visitas. Un día, la pareja decidió llevarse a Simón a casa para cuidarlo. Simón estaba muy feliz de tener una familia amorosa y cálida.
Érase una vez una gata llamada Luna. Luna era una gata muy curiosa que vivía en un edificio de oficinas. Un día, Luna comenzó a explorar el edificio y se encontró con un ascensor. Luna nunca había visto un ascensor antes, por lo que empezó a tocar los botones con sus patas. El ascensor comenzó a moverse y Luna estaba tan asustada que comenzó a maullar. El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron en el piso más alto del edificio. Luna salió y comenzó a explorar el piso. Luna se dio cuenta de que era el piso del CEO y comenzó a saltar sobre su teclado y sus documentos. El CEO estaba muy enojado al principio, pero luego se dio cuenta de que Luna era una gata muy amigable y curiosa. El CEO decidió dejar a Luna vivir en el edificio y convertirla en su mascota. Luna estaba muy feliz de tener un hogar permanente y un nuevo amigo.
Los gatos en la Ciudad de las Estrellas eran muy diferentes, pero todos tenían una cosa en común: eran muy amigables y amorosos. Vivir en la ciudad de las estrellas no era fácil, pero los gatos encontraron su lugar en el mundo y, gracias a los humanos que los cuidaron, encontraron hogares cálidos y amorosos.
