Los Lobeznos en el Reino de las Sombras

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Los Lobeznos en el Reino de las Sombras
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Los Lobeznos en el Reino de las Sombras. Érase una vez en el Reino de las Sombras, un grupo de lobeznos que vivían en un pequeño pueblo rodeado de árboles y montañas. Todos los días, los lobeznos se levantaban temprano para jugar y explorar el bosque durante horas. Sin embargo, un día, todo cambió cuando un invasor misterioso apareció en el Reino de las Sombras.

Los lobeznos se despertaron esa mañana como siempre lo hacían, pero algo estaba mal. Había un extraño silencio que envolvía todo el pueblo. Los árboles no se movían, los animales no se escuchaban y el sonido de sus propios pasos parecía desaparecer en el aire. Preocupados, salieron en busca de respuestas, pero lo que encontraron a su paso les aterrorizó.

El pueblo había sido invadido por un extraño ejército y los lobeznos temían por sus vidas. Se escondieron detrás de los árboles y observaron en silencio las extrañas criaturas que se movían por el pueblo. Los seres eran altos y oscuros, con ojos rojos brillantes y una fuerza sobrehumana. Los lobeznos se preguntaban qué podrían hacer para salvar a los habitantes del pueblo.

Finalmente, uno de los lobeznos decidió enfrentarse al enemigo. Con el corazón latiendo fuertemente en su pecho, salió de su escondite y se acercó a uno de los extraños. La criatura lo miró con curiosidad y habló con una voz ronca.

«¿Qué eres tú?», preguntó la criatura.

«Soy un lobezno del Reino de las Sombras», respondió el lobezno con valentía. «¿Quiénes son ustedes y por qué han invadido nuestro pueblo?»

La criatura se rió y respondió: «Somos los demonios, hemos venido para reclamar el Reino de las Sombras como nuestro».

Los lobeznos no cedieron, y lucharon contra los demonios día y noche, intentando proteger su hogar. A pesar de su determinación, no estaban seguros de que pudieran prevalecer por mucho tiempo.

Un día, los lobeznos decidieron que debían hacer algo más para detener a los invasores. Se reunieron en un círculo y comenzaron a pensar. Durante horas, intercambiaron ideas y planes, pero nada parecía lo suficientemente bueno.

Fue entonces cuando el lobezno más pequeño del grupo habló.

«¿Y si hacemos algo que nunca han visto?» propuso. «Algo que los demonios no esperan.»

Los otros lobeznos lo miraron con curiosidad. El lobezno pequeño era considerado el más débil de todos, pero tal vez tenía una idea brillante.

«¿Qué se te ocurre?», preguntó uno de ellos.

«Puede sonar loco», dijo el lobezno pequeño, «pero… ¿qué pasaría si tratamos de convencer a los demonios de que se unan a nosotros en lugar de pelear contra nosotros?»

Los lobeznos se miraron unos a otros con incredulidad.

«Pero… ¡son los demonios!» exclamó uno de ellos.

«Aún así», respondió el lobezno pequeño, «tal vez todavía hay esperanza de que ellos no sean completamente malvados. No lo sabremos hasta que lo intentemos.»

Al principio, los otros lobeznos se negaron, pero después de pensar en ello por un tiempo, decidieron darle una oportunidad. Prepararon un banquete en el centro del pueblo y dejaron una nota invitando a los demonios a comer con ellos. Luego, colocaron trampas en todas partes, preparados para luchar si las cosas salían mal.

A su sorpresa, los demonios aparecieron para la cena. Al principio, la tensión era palpable, pero poco a poco, los lobeznos comenzaron a conversar con ellos. Descubrieron que los demonios no eran tan diferentes a ellos. También tenían intereses y preocupaciones.

Incluso llegaron a bromear y a reír juntos. En ese momento, los lobeznos supieron que podrían haber hecho algo bueno, con su valentía y su optimismo. Juntos, se crearon futuros posibles donde todos podían coexistir felizmente y no había necesidad de que el Reino de las Sombras fuera un territorio en discordia.

Los demonios escucharon lo que los lobeznos tenían que decir y, para sorpresa de todos, aceptaron unirse a ellos en lugar de luchar contra ellos. El Reino de las Sombras se unió en paz y todos vivieron felices para siempre.

La lección aprendida que los lobeznos se llevaron es que aunque las apariencias pueden engañar a los corazones humanos y los juicios pueden ser difíciles de hacer, lo más importante es tener una mente abierta y corazón generoso para lograr hacer cosas positivas en conjunto, incluso en situaciones adversas.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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