Los ositos y su amistad con la lechuza. Érase una vez en el bosque de la montaña vivían seis pequeños ositos. Cada mañana salían juntos a jugar y a explorar todo lo que había a su alrededor, pero un día notaron algo diferente en el bosque. Algo se movía en el aire, parecía ser una lechuza. Nunca habían visto una lechuza antes, así que decidieron acercarse a ella para saludarla.
La lechuza, llamada Oli, los saludó amablemente y les preguntó si eran nuevos en el bosque. Los ositos se presentaron, contándole toda su historia, cómo crecieron juntos y qué les gustaba hacer todos los días. Cuando le preguntaron a Oli lo mismo, ella les dijo que era la lechuza que vigilaba el bosque y que se aseguraba de que todo estuviera en paz y ordenado.
La amistad entre Oli y los ositos comenzó ese día. Desde entonces, Oli venía a visitarlos cada semana para enseñarles nuevas cosas sobre el bosque y cómo sobrevivir en él. Les dio consejos útiles sobre cómo encontrar comida y agua y cómo mantenerse seguros de otros animales del bosque.
Los ositos y Oli se convirtieron en buenos amigos. Sin embargo, había un problema. A veces, de noche hacía mucho frío en el bosque, especialmente cuando llovía o nevaba. Los ositos no tenían un lugar seguro para resguardarse del frío y de las inundaciones.
Un día, los ositos decidieron pedirle ayuda a Oli. Sabían que ella era sabia y conocía muchos secretos del bosque. Le preguntaron si sabía de un lugar cálido y seguro para refugiarse cuando hacía mucho frío. Oli se puso a pensar un momento y les dio una idea: una cueva natural que se encontraba en lo alto de la montaña.
La cueva era difícil de alcanzar, pero era un lugar seguro y cálido para que los ositos pudieran descansar cuando hacía frío. Sin embargo, estaba a una gran altura, por lo que era difícil para los pequeños ositos subir por sí solos. Aun así, Oli tenía una solución a eso.
La lechuza les enseñó a hacer un arnés con hojas y trepar por la montaña de manera segura. Los ositos estaban emocionados de probar algo nuevo, así que siguiendo las instrucciones de Oli, prepararon todo lo necesario para subir.
La subida fue larga y agotadora, pero con la ayuda de Oli, los ositos llegaron a la cima de la montaña y encontraron la cueva. Fue un gran éxito, porque no solo lograron subir, sino que también se emocionaron al descubrir su nueva casa.
Desde ese día, los ositos dejaron de tener miedo del frío y de las inundaciones. De hecho, la cueva de la montaña se convirtió en su lugar favorito. Al principio, solo la usaban en invierno, pero luego, descubrieron que también era un gran lugar para jugar, jugar y pasar el rato.
Con el tiempo, la amistad entre los ositos y Oli se fortaleció, disfrutando juntos de la montaña y el bosque. Los ositos sabían que podían contar con Oli cuando necesitaban ayuda y que ella les enseñaría todo lo necesario sobre el bosque.
A partir de ese día, los ositos tuvieron un hogar calentito y seguro gracias a la sabiduría de Oli. Además, aprendieron que con trabajo en equipo y la colaboración, siempre podían encontrar soluciones para los problemas y desafíos que encontraban.
Y así, los ositos continuaron viviendo y explorando juntos, felices y agradecidos de tener una amistad tan valiosa como la que tenían con Oli la lechuza.