Los tentáculos de Tomás el pulpo. Érase una vez un pulpo llamado Tomás que tenía unos tentáculos muy largos y fuertes. Vivía en un hermoso arrecife de coral rodeado de peces de colores y otros animales del mar. A Tomás le gustaba pasar su tiempo explorando su hogar submarino y jugando con sus amigos peces.
Un día, mientras exploraba el arrecife, Tomás encontró un tesoro escondido en una cueva. Era un cofre lleno de joyas y monedas de oro. Tomás se emocionó al ver todo ese tesoro y decidió guardarlo en su hogar, ya que no sabía qué otra cosa hacer con él.
Pero pronto se dio cuenta de que había cometido un error. Los otros animales del mar empezaron a acercarse cada vez más a su hogar, intentando llevarse alguna de las joyas del cofre. Tomás se enfadó mucho y empezó a usar sus tentáculos para ahuyentar a los intrusos. A partir de ese día, Tomás se convirtió en el guardián del tesoro.
Pero su trabajo de guardián no era fácil. Los demás animales no se rendían fácilmente y seguían intentando acercarse a la cueva del arrecife donde estaba el tesoro. Un día, un tiburón hambriento intentó acercarse al cofre de Tomás. El tiburón era fuerte y Tomás sabía que si lo enfrentaba cara a cara, perdía. Por eso, decidió usar su astucia y sus tentáculos para evitar que el tiburón se acercara.
Tomás extendió sus tentáculos alrededor del cofre y del arrecife, creando una especie de laberinto enredado. El tiburón intentó entrar por todos los lados, pero cada vez que lo intentaba, se quedaba atrapado en los tentáculos de Tomás. Finalmente, el tiburón decidió irse, dejando el cofre en paz.
A partir de ese día, Tomás siguió usando sus tentáculos para proteger su tesoro. Extendía sus tentáculos por todo el arrecife, formando una especie de cerco alrededor de su hogar, para que ningún otro animal pudiera acercarse al cofre sin pasar por él. Poco a poco, los demás animales del mar se dieron cuenta de que no valía la pena intentar robar el tesoro de Tomás.
Y así, Tomás se convirtió en el guardián más respetado del arrecife. Aprendió a usar sus tentáculos no solo para proteger su tesoro, sino también para ayudar a sus amigos peces. Podía estirar sus tentáculos para alcanzar alguna roca que un amigo no podía agarrar, por ejemplo.
Un día, Tomás se dio cuenta de que ya no necesitaba el tesoro. No le gustaba tener que pasar su tiempo protegiéndolo todo el día. Además, había aprendido que lo más valioso era la amistad de sus amigos del arrecife. Por eso, decidió entregar el cofre a sus amigos más cercanos.
A partir de ese día, Tomás se dedicó a explorar el arrecife y jugar con sus amigos, sin preocuparse por nada más. Había aprendido que lo más importante en la vida era disfrutar de las cosas que verdaderamente importan: los amigos, la diversión y la aventura.
Desde entonces, Tomás se convirtió en el pulpo más feliz del arrecife. Aprendió a usar sus tentáculos no solo para defenderse, sino también para ayudar a los demás. Y todos los demás animales del mar aprendieron a respetar sus tentáculos y a admirar a Tomás por su astucia y su inteligencia.