Los tres dinosaurios. Érase una vez, en una tierra muy, muy lejana, un grupo de dinosaurios que se embarcaba en una gran aventura. Había un triceratops llamado Timmy, un estegosaurio llamado Sammy y un velociraptor llamado Ricky.
Los tres dinosaurios habían sido amigos desde que eran jóvenes y siempre habían soñado con emprender una gran aventura juntos. Entonces, cuando escucharon sobre un tesoro escondido en lo profundo de la jungla, no pudieron resistir la oportunidad de ir a buscarlo.
Empacaron sus bolsas con bocadillos y suministros, y partieron hacia la jungla, decididos a encontrar el tesoro antes que nadie. Caminaron penosamente a través de la densa maleza, navegando a través de enredaderas enredadas y árboles imponentes.
A medida que se adentraban más en la jungla, se encontraron con todo tipo de peligros. Tuvieron que esquivar ramas que caían, evitar pozos de lodo pegajoso y huir de dinosaurios enojados que no querían que invadieran su territorio.
Pero Timmy, Sammy y Ricky fueron valientes y decididos, y se negaron a darse por vencidos. Siguieron adelante, siguiendo el mapa del tesoro que habían encontrado, hasta que finalmente llegaron al tesoro. Era un cofre enorme, lleno de joyas brillantes y piedras preciosas.
Los tres amigos estaban encantados con su éxito y lo celebraron con un festín con una gran pila de frutas y verduras. Estaban tan felices de haber encontrado el tesoro y de haber tenido una gran aventura juntos.
Mientras se preparaban para regresar a casa, se prometieron mutuamente que siempre estarían ahí el uno para el otro y que vivirían muchas más aventuras en el futuro. Y así, partieron hacia la puesta del sol, listos para lo que el mundo les tenía reservado.
