Papá Noel y la Princesa de las Luces. Érase una vez una Princesa de las Luces que vivía en el Mundo de la Oscuridad. Ella siempre había deseado poder ver la luz del sol y jugar en los campos verdes de la Tierra. Pero cada vez que intentaba salir de su mundo, se encontraba con una pared invisible que la obligaba a regresar.
La Princesa de las Luces sabía que tenía que haber una manera de salir de su mundo y ver la luz del sol. Un día, decidió escribir una carta a Papá Noel, quien ella sabía que era el único hombre con suficiente poder para ayudarla a cumplir su deseo.
«Querido Papá Noel», escribió la Princesa de las Luces. «Desde que era pequeña, siempre he querido ver la luz del sol y jugar en los campos verdes de la Tierra. Pero cada vez que intento salir de mi mundo, me encuentro con una pared invisible que me impide pasar. ¿Podrías ayudarme a cumplir mi deseo y llevarme a la Tierra para que pueda ver la luz del sol?»
Papá Noel recibió la carta y, después de leerla, decidió ayudar a la Princesa de las Luces a cumplir su deseo. Sabía que no sería fácil, pero estaba decidido a hacer todo lo posible para ayudar a la princesa.
Después de prepararse para la misión, Papá Noel partió hacia el Mundo de la Oscuridad. Una vez allí, se reunió con la Princesa de las Luces y juntos comenzaron su viaje hacia la Tierra.
Durante su viaje, la Princesa de las Luces le contó a Papá Noel sobre su vida en el Mundo de la Oscuridad. Le dijo que siempre se había sentido sola y triste allí, y que nunca había conocido a otro ser como ella. Pero Papá Noel la aseguró de que no estaba sola y que siempre había alguien que se preocupaba por ella.
Finalmente, llegaron a la Tierra y la Princesa de las Luces quedó maravillada al ver la luz del sol y los campos verdes. Se rió y corrió por los campos, sintiéndose libre como nunca antes había sentido.
Mientras jugaba en el campo, la Princesa de las Luces encontró a un pequeño niño que estaba llorando. Le preguntó qué le pasaba y el niño le dijo que había perdido su pelota. La Princesa de las Luces se ofreció a ayudarlo a buscarla y, juntos, buscaron por todo el campo hasta que finalmente la encontraron.
El niño estaba tan agradecido que le preguntó a la Princesa de las Luces si podía pasar más tiempo con ella, y ella aceptó con gusto. Así, la Princesa de las Luces pasó todo el día jugando con el niño y sus amigos, riendo y divirtiéndose como nunca antes había sentido.
Finalmente, llegó la hora de regresar al Mundo de la Oscuridad. La Princesa de las Luces se despidió de sus nuevos amigos con lágrimas en los ojos, pero estaba feliz de haber tenido la oportunidad de ver la luz del sol y jugar en la Tierra.
Cuando Papá Noel y la Princesa de las Luces llegaron al Mundo de la Oscuridad, se encontraron con una sorpresa. La pared invisible había desaparecido, lo que significaba que la Princesa de las Luces ahora podía visitar la Tierra siempre que quisiera.
«Esta es mi forma de agradecerte por cumplir mi deseo», dijo Papá Noel. «He hecho que esta pared invisible desaparezca para que puedas venir a la Tierra siempre que lo desees.»
La Princesa de las Luces estaba emocionada y agradecida por el increíble regalo que Papá Noel le había dado. Corrió hacia la pared invisible y la atravesó, sintiendo la cálida brisa de la Tierra en su rostro.
Desde ese día, la Princesa de las Luces visitó la Tierra siempre que pudo, riendo y jugando con sus nuevos amigos en los campos verdes. Nunca volvió a sentirse sola o triste en el Mundo de la Oscuridad, ya que sabía que siempre tenía un amigo en Papá Noel y en la Tierra.
Y así, Papá Noel y la Princesa de las Luces se convirtieron en los mejores amigos, unidos por la bondad y el amor por los demás. Desde ese día, Papá Noel siempre llevó una pequeña luz en su bolsillo, recordándole a la Princesa de las Luces y su poder para inspirar la amistad y la felicidad en todos los que la rodeaban.